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viernes, 9 de septiembre de 2011

El error de los sistemas democráticos

La democracia es el menos malos de los sistemas conocidos. Por ellos hemos de lidiar con los sobreros que nos echan. Cuando votamos a un candidado no votamos al mejor, ni al más inteligentes, ni al que más sabe, ni al más idóneo; sino al que nos han puesto, o al que más simpático nos cae, o que lidera nuestro partido político.
Ello quiere decir que luego, a la hora de la verdad le ponemos en el Gobierno, en la Comunidad Autónoma o en el Ayuntamiento y que nos dirija la vida económica, cultural y social, pero por que fuera elegido, no quere esto decir que sea el ciudadano más capacitados, el mejor de todos, el más intiligente.
Y cuando nos llevan a una crisis nos lamentamos de haberlo votado. Pero es que no conocemos otros sistemas de elección para garantizarnos un bienestar.
En las campañas electorales salen a diario en la tele, en la prensa y en Internet, hasta que consiguen que les veamos tanto que creamos que les conocemos, que son nuestro amigos, y una ¡mierda!, han jugado con nuestras neuronas y con nuestro cerebro de origen simo.

Ramón Fernández Palmeral