Barcelona 6 de junio de 2025. Conferencia de Presidente autonómicos. El Jefe de Estado y rey Felipe VI de consenso se hizo la foto de familia en discordia.
El desaguisado de las lenguas cooficiales en España tiene un origen claro: la debilidad parlamentaria del presidente socialista Pedro Sánchez. Su necesidad de apoyos para mantenerse en el poder lo ha llevado a hacer concesiones que erosionan el sentido común institucional. Recordemos que accedió al Gobierno tras una moción de censura al populista Mariano Rajoy, cuando aún quedaban dos años de legislatura (por la traición del PNV). Ese fue el punto de quiebre del orden parlamentario y el inicio de una dinámica basada más en la supervivencia política que en la estabilidad del país.
Un ejemplo reciente de este despropósito es el uso de lenguas cooficiales —como el gallego, el vasco o el catalán— en reuniones de ámbito nacional, como las conferencias de presidentes autonómicos. No se trata simplemente de una falta de respeto simbólica, sino de una innecesaria complicación logística y comunicativa. Es ridículo —una auténtica "gilipollez", como dirían algunos— tener que recurrir a pinganillos y traducción simultánea para que se entiendan entre sí personas que, perfectamente, pueden comunicarse en español, la lengua común y oficial de todos los españoles.
Este tipo de prácticas no solo representa un derroche de recursos, sino que transmite un mensaje político encubierto: la voluntad de algunos de imponer una agenda de identidad y separatista en espacios que deberían fomentar la unidad institucional. Convertir una reunión de presidentes autonómicos en una especie de "consejo de ministros de 17 estados independientes" es una grave distorsión de lo que son realmente nuestras autonomías: divisiones administrativas de un mismo Estado, no entes soberanos.
Por eso, voces como la de Isabel Díaz Ayuso han criticado con firmeza este tipo de actuaciones, calificándolas como una falta de respeto hacia los ciudadanos castellano-hablantes y como una teatralización innecesaria. No se trata de negar la riqueza lingüística de España, sino de situarla en su contexto: las lenguas cooficiales deben usarse en sus comunidades autónomas respectivas, donde tienen pleno sentido, pero no deben imponerse en foros nacionales. (Tuvo un enfrentamiento con Mónica García la ministra comunista de Sumar y Sanidad que la había llamado "asesina" por la muerte en residencias de ancianos en el confinamiento que obligo el presidente inepto de Sánchez. Un calificativo que es una injuria de juzgado.
Es hora de dejar de jugar con la institucionalidad para contentar a minorías políticas que anteponen sus intereses territoriales a la cohesión nacional del Estado Español.