Batidora, ley de amnistía y boicot: cuando las leyes crean conflictos donde no los había
La Ley de Amnistía, en teoría, nace como un instrumento para resolver conflictos políticos y sociales. Sin embargo, en algunos casos, más que aportar soluciones, termina generando nuevas divisiones. Un ejemplo claro lo viví en carne propia, de forma aparentemente trivial, pero profundamente simbólica.
Hace unos días, compré una batidora de vaso en una tienda de electrodomésticos en la Comunidad Valenciana, donde resido. Al llegar a casa, al revisar la etiqueta, observé que el producto había sido fabricado en Barcelona. En ese momento, me invadió una contradicción. Me pregunté: ¿Debo yo, como consumidor y ciudadano español, contribuir con mi dinero a una economía regional cuya dirigencia política ha promovido el separatismo y ha sido recientemente beneficiada por una ley que considero injusta?
Me dije a mí mismo que no podía. Que no quería, ni debía, colaborar indirectamente con una ideología que busca fracturar la unidad de España y que, en lugar de asumir consecuencias legales, ha sido perdonada políticamente mediante la citada Ley de Amnistía. Así que, alegando un fallo en el encendido, devolví la batidora de vaso. En su lugar, compré otra de fabricación china. Podrá parecer un gesto insignificante, pero me dejó tranquilo con mi conciencia.
Fue entonces cuando comprendí que la Ley de Amnistía, lejos de reconciliar, había generado un conflicto entre ciudadanos que antes no existía. Esa tensión, ese malestar, ha calado en la vida cotidiana de muchos españoles. Yo, por ejemplo, he decidido unirme a quienes boicoteamos los productos catalanes. En Navidad, no compro cava catalán. Prefiero apoyar el cava de Requena, que además tiene una calidad excelente.
Este tipo de decisiones, que hace unos años nos habrían parecido extremas o innecesarias, hoy se presentan como actos de coherencia personal. La amnistía ha creado una fractura emocional entre españoles, donde antes había diferencias políticas, pero no necesariamente hostilidad cotidiana.
No es solo una ley: es el símbolo de una cesión, de un desequilibrio que muchos sentimos como una injusticia. Y esa sensación se traduce, a veces, en pequeñas decisiones como elegir una batidora o un cava, pero cuyo trasfondo es mucho más profundo: una España dividida no por el deseo de sus ciudadanos, sino por decisiones políticas que han dejado de representar a todos.
Sinopsis. "El cuento de la batidora y la ley de Amnistía"
10-07-2025
Nuevo Impulso.net