Turquía - España (0-6): El Tiki-taka ha regresado
Espectacular victoria de la selección española en Turquía tras un primer tiempo excepcional

Después se convirtió en una burla, porque su epílogo, ese partido contra Rusia en el Mundial de Lopetegui (sin Lopetegui) fue una farsa, un drama, un fútbol de posesión zombie, aburrido e inútil. El Tiki-taka era otra cosa, era una onomatopeya para volver a describirlo lo más básico del fútbol después del balón al área: el toco y me voy. El Tiki-taka es la repetición del sonido del balón, volando de pie a pie del futbolista mejor posicionado al siguiente mejor posicionado hasta llegar a la portería contraria. El Tiki-taka eran Iniesta y Xavi y David Silva y Xabi Alonso: un fútbol con la pelota como arma para deshacer al rival.
El Tiki-taka fue el Mundial de Sudáfrica en el 2010 y la Eurocopa anterior y la posterior, en 2012, cuando Pedri tenía 10 años y quería ser futbolista: quería ser como esos futbolistas. Zubimendi tenía 13, Huijsen había cumplido 7. Puede que algunos recuerdos no buscados de Lamine Yamal sean de ver a esa España, con solo 5 años.
Porque contra Turquía lo que hizo España fue rememorar su mejor historia y su mejor momento. Se esperaba un ambiente hostil, cerrado, para atosigar y empezar el encuentro con todo a favor de la selección local.
Dio igual: España bailó.
Y contra eso, da igual la grada, el campo, el frío, el calor, que aun estemos a principio de temporada o que acechen las lesiones, como tristemente, le pasó a Nico Williams. No pesó nada en el maravilloso equipo de De la Fuente, que se marcó una primera parte deliciosa, para mirar al Mundial del verano que viene con un optimismo que a ver ahora como lo contenemos. No estamos ni en otoño, pero es imposible impedir que la imaginación eche a volar. España invita a ello.
Ya se sabía que Turquía es un equipo construido para atacar, en el que Montella ha hecho virguerías para juntar a todos los buenos. Lo malo es que luego le cuesta volver y así no hubo manera de frenar a España. Cuando Turquía quiso entrar en el partido, Pedri a había dibujado el primer gol, con un regate y un tiro pegado al palo como si fuera teledirigido. El barcelonista ya no es un mediapunta, es mucho más, un centrocampista creador, que junto a la tranquilidad de Zubimendi y a la visión de Huijsen, elevan el fútbol de la selección español.
Sin Fabián, es Merino quien ocupa el otro puesto en el centro del campo, como interior. Y el futbolista del Arsenal no para de crecer. Sus goles son certificaciones de que se ha convertido en un jugador diferencial porque juega y llega. Suyos fueron los dos siguientes tantos, ambos al primer toque, ambos de estar en el sitio correcto, indetectable para una defensa no muy ducha en detectar.
Mientras Turquía intentaba encontrar a Güler para hacer daño en el último paso, España encontraba a todos. O Lamine rompía por velocidad o el balón corría de un futbolista a otro, con una rapidez que debería ir (pero no lo hacía) contra su precisión.
El segundo gol fue una cosa alucinante, un tira tú que a mi me da la risa, mientras el portero turco no sabía qué pasaba y los defensas giraban la cabeza esperando el remate que tenía que ser de Nico Williams, venga, pues no, de Oyarzabal, ah, qué no, que era de Merino. Si Turquía creía en algo, ese tanto fue para levantar la bandera blanca. Pero lo cierto es que, después de cada golpe, lo siguió intentando y lo cierto es que solo provocaba más desorden en su defensa, lo que provocaba mejores ocasiones para el equipo de De la Fuente. Las llegadas de Turquía terminaban en fuera de juego o en balones cortadas para transiciones de la selección.
El quinto tanto, el tercero de Merino, parecía de otro equipo. En otra contra, lanzó desde fuera del área, un tiro lejano, tan contrario a los anteriores. Tantas variantes de una selección arrolladora. Antes, había marcado Ferran, después marcaría Pedri. Era un partido oficial, contra la segunda selección del grupo y parecía un amistoso de los de antes.
Era un festival de la selección española, un equipo capaz de hacer muchas cosas y de hacerlas bien. Un consejo: si pueden, no se la pierdan