Un congreso español sin actividad parlamentaria es como un carro tirado por una mula coja: avanza, pero a trompicones y con la certeza de que nunca alcanzará su destino. Y si la gestión de cualquier asunto en manos del Partido Popular ya acostumbra a ser un desastre, cabría preguntarse si no habría sido más eficaz activar los resortes institucionales que ya existen para tomar el control y demostrar, con hechos, quién es capaz de pilotar en medio de la tormenta. Sin embargo, lo que sucede es que, de nuevo, la realidad atropella a un equipo gubernativo que vive entregado más a la narrativa que a la gestión. En definitiva, la permanente exhibición de «muñecos» a la que con acierto suele aludir Pedro Herrero.
Hace tiempo que Pedro Sánchez decidió que la rendición de cuentas no iba con él. Abandonó aquellos actos pomposos en los que el IBEX servía de atrezzo, pero no renunció a la mecánica esencial: la de anunciar, prometer y volver a anunciar, como si todavía acabase de aterrizar en Moncloa en lugar de llevar ya siete años asentado en el poder. El truco consiste en mantener al debate distraído con la novedad constante, impidiendo que nadie se detenga demasiado en comprobar qué de todo aquello se ha materializado. Pero la fórmula, repetida hasta la extenuación, empieza a delatarse: incluso el oyente más leal experimenta la fatiga de un «déjà vu» que lo impregna todo. Porque si desde 2018 se califica de «emergencia» una situación, quizá ya haya llegado la hora de mostrar resultados tangibles y no únicamente titulares.
Bajo esa lógica, el reparto del juego entre el Estado central y las comunidades autónomas se convierte en un mecanismo perfecto para evitar responsabilidades. El poder se ostenta, pero no se ejerce. Se gobierna a golpe de gesto y de relato, con la certeza de que la culpa siempre podrá trasladarse a otro. Así, la responsabilidad se evapora en el instante en que se ha señalado al culpable de turno, y el engranaje político queda reducido a un teatro en el que lo único que importa es la función, nunca la gestión.
Editorial de Nuevo Impulso.net