PABLO PICASSO, PINTOR Y MISÓGENO
Ramón Fernández Palmeral
Pablo Picasso ha pasado a la historia del arte por ser un machista y
mujeriego y que a lo largo de su vida tuvo siete relaciones sentimentales muy
importantes, teniendo en cuenta, claro está, que vivió 91 a falta de unos meses
para los 92 años, pero no es el número de años lo que importa, sino el hecho
que él iba envejeciendo y cada nueva pareja era siempre más joven. No se pude
juzgar las costumbres del pasado con los parámetros de hoy día que vivimos en
democracia. Se comenta de su misoginia y aversión a las mujeres llamado hoy día
“machismo” no confundir con masculinidad. El machismo es la manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza
superior a la mujer.
Sus mujeres y amantes le amaron, él las amó a todas pero según el concepto
machista de su tiempo, con celos y maltratos incluidos. Cada una de ellas le
aportó lo que él deseaba: sumisión e inexperiencia. Las adoró, las pintó y las
desechó, al cambia de mujer y cambiaba de estilo de pintar; y si, se observa
detenidamente las vemos reflejadas como la veía él, a Dora Maar, la vemos
llorando a lágrima viva, lo que demuestra es que la maltrataba, una mujer no
llora por deporte, sino por una causa.
Pero también se podría hablar de temor a las mujeres o misoginia, desde la
infancia, criado con dos hermanas, su madre y su abuela. Lo que le convierte en un narcisista, y ególatra cerrado en
sí mismo.
Se ha hablado de un misógino, un maltratador –al menos psicológico- que ponía a las mujeres en un pedestal para luego
derribarlas, un hombre que además de desearlas las temía, se convertía
en un marido celoso, en un amante cortejante e incluso las engañaba como un fauno
infiel. Su primera mujer, la rusa Olga, casados por el rito ortodoxo, le hizo
frente y no quiso nunca divorciarse de él simplemente por principios religiosos
de “hasta que la muerte nos separe”, a pesar de los engaños evidentes con Marie
Thérèsa Walter con la que tuvo una hija llamada Maya, sin estar casados. Thérèse
acabó separada, casada con el empresario Widmaier, con quien tuvo tres hijos:
Olivier, Richard y Diana. Se suicidó en 1977
por una depresión.
Por su nieta Marina se sabe que hizo daño no solo a sus mujeres, sino a sus hijos
y nietos con los que se portó como un dictador despiadado. El mundo giraba a su alrededor, se
endiosó o lo que es lo mismo adquirió el complejo de Zeus.
Picasso estudió en los retratos el
aspecto erótico y emocional a lo largo de su carrera con las siete mujeres más importantes (hubo
otras) de su vida: Fernande Olivier, Eva Gouel, Olga Khokhlova,
Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, Françoise Gilot y Jacqueline Roqué. Françoise
Gilot fue la única que lo dejó, y escribió un libro sobre su vida con Picasso,
que a éste no le gustó y la denunció. El misógino había sido descubierto, lo
cual es siempre una fórmula válida.
En 1917 conoció a su primera esposa, la
bailaría Olga Khokhlova (Jojlova) (1891-1955), en Roma con
la que tuvo a su primogénito Paul, Tras el nacimiento de su hijo, Paul, la relación se deterioró, debido
a las infidelidades de su marido, de hecho inició un romance con
una joven, Marie Thérèse Walter
(1909-1077), de tan solo 17 años cuando él tenía ya 45 ¿peredastia? Olga le sirvió de madre, modelo y dominó la
composición de Picasso convirtiéndose en realista. Son famosos los retratos elegantes
como “Olga con mantilla española”, “Olga
pensativa” u “Olga en un sillón”.., y retratos de su hijo Paul. Su hijo no
llegó a estudiar una carrera, y de joven se convirtió en su conductor.
Con Thérèsa, una rubia con ojos azules de origen francés, se convirtió en su nueva musa y modelo, sus
composiciones mostraban expresiones de desenfreno sexual y surrealismo con signos
en forma de penes. Al enterarse Olga del embarazo de Marie Thérèse se fue a
vivir lejos de Picasso, sin embargo, no se divorciaron por cuestiones
religiosas y permanecieron unidos en matrimonio hasta la muerte de ella en 1955
a causa de un cáncer. Esta relación terminó pronto; al año de nacer su hija
Maya, Pablo conoció a la pintora y fotógrafa francesa Dora Maar, que habla español, la que inició una relación tormentosa, es
la que fotografió la composición del Guernica en 1937.
Época en la que se encontró con tres relaciones: Olga, Thérèse y Dora, sin
ningún pudor. Con la bella Dora Maar (197-1997) tuvo una relación de unos nueve años, acabaron en 1945, con la
que no tuvo hijos cuando Picasso comenzó su idilio con la artista Françoise
Gilot estaba tan emocionalmente, destrozada, que no pudo sobreponerse a ese
abandono y sufrió una grave depresión. Durante los años que estuvo con Picasso
se hizo de una colección de unas 130 obras, pero que no vendió y pasó a sus
hijos.
Con su nueva amante Françoise Gilot
(1921-vive) se conocieron en la
primavera de 1943, cuando ella tenía 21 años y él 61 tuvieron dos hijos: Paloma y Claude. Estaba tan harta de sus infidelidades y celos de Picasso que
lo abandonó y se marchó con sus dos hijos. Picasso hizo correr la voz entre sus
marchantes de que no le comprar obras, para asfixiarla económicamente.
Jacqueline
Roque (1927-1986), su última musa y con la que contrajo matrimonio
convirtiéndose en su segunda esposa a la que conoció cuando ella tenía 26 años
y él 72, Jaqueline se convirtió en una celosa cuidadora, se suicidó de un
disparo de pistola.
Se dice que Picasso, lo mismo la enamorada como
un fauno mítico que les arruinaba la vida, no era fácil
convivir con un pintor al que todos trataban de genio y al que le llevaban los
bolsillos con dólares y francos. Un minotauro al que los intelectuales
españoles de su época se rifaban por hacerse una foto con él como le sucedió de
Rafael Alberti que hubo de estar meses, esperando, ese flash. Las enamoraba pintándola en la conciencia de
ser mujeres que pasarían a la posteridad.
En unas memorias, su nieta Marina (hija de Paul), detalla el modo en que el
pintor malagueño absorbía la esencia femenina de las mujeres de su vida: "Las sometía a su sexualidad animal,
las domesticaba, las hechizaba, las devoraba y las aplastaba en sus lienzos.
Después de pasar muchas noches extrayendo su esencia, una vez desangradas, se deshacía de ellas".
Afirmaciones que la corroboran, cuando se lee lo que Arianna Stassinopoulos
Huffington escribió en su libro Picasso:
creador y destructor, Nueva-Laser, 1988. En sus páginas se asegura que el
pintor y escultor malagueño quemaba con
cigarrillos a Marie-Thérèse, a la que, además, llevó de vacaciones
hospedándola (aprovechándose de su corta edad) en un campamento de verano para
niñas, ya que de ese modo se alimentaba su ego al romper el tabú de estar con
una menor. En las páginas del libro de Arianna también se recogen maltrato a
Dora Maar.
No es que yo defienda a un maltratador de mujeres; sin embargo, he de
aplicar la máxima de que todo investigador, que acusa sin pruebas documentales
se convierte en suposiciones e hipótesis, puesto que toda acusación se basa en
pruebas y por lo tanto se desvanecería en un juicio oral, a pesar de que sea
verdad.
La época de los
burdeles. Las señoritas de Avignon
En los tiempos juveniles de Picasso se estilaba, y era de voz populis el ir a los burdeles de
prostitutas con toda normalidad, e incluso a reunirse con amigos en estos
lugares, práctica que era aceptado como la de tener esposa en casas y una o
varias amantes, prueba de ello es el cuadro “Las señoritas de Avignon”, que
bien podría llamarse “La putillas de Avigno” se pintó sobre 1907 inspirador en
un burdel de Barcelona, y con todos mis
respetos hacia estas mujeres que se ganaban la vida ejerciendo el oficio más
viejo del mundo. El cuadro no fue entendido por su composición cubista, y
permaneció unos 20 años en el estudio de Picasso sin exponerse en público. Hoy
se haya expuesto en el MOMA de Nueva York como icono del arte contemporáneo.
Y si trasladáramos los burdeles, a los tiempos actuales, nos encontramos con
los llamados “putiblus”, saunas de masajes o casa de citas, visitado, según la
prensa de marzo de 2023 por respetados diputados del Congreso, y demás fauna empresarial masculina promiscua
en la libertad sexual sin convencionalismos. Si antiguamente el destino de la
mujer era casarse y tener hijos, doy día la liberación de la mujer pasa por
formarse e independizarse laboralmente, para no depender del sustento de un
hombre, como decía mi abuela. Pero esto es una utopía, porque el destino de la
humanidad es la de procrearse, teniendo como modelo el matrimonio o vivir en
pareja civil o de hecho.
Revista digital: Nuevo impulso, marzo 2023.
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