Fin de etapa para el Botànic de izquierdas tras ocho años y vuelco de la derecha. El PP de Carlos Mazón no sólo consigue recuperar la vitola de fuerza más votada en las elecciones autonómicas en las tres provincias, merced a los 40 escaños conseguidos, doblando lo logrado hace cuatro años. La suma con Vox, que escala hasta las trece actas, tres más que en 2019, hace que las cuentas le den al bloque de la derecha, con 53 diputados frente a los 46 de la izquierda, en un marco en el que la abstención fue superior a 2019, con casi un 31%. La incógnita es si finalmente Mazón -primer jefe del Consell alicantino desde hace 21 años, cuando Eduardo Zaplana dejó la Generalitat- trata de formar gobierno en solitario con apoyos puntuales o, por el contrario, acaba pactando con Vox. El mutismo, en este sentido, ha sido absoluto en las últimas semanas.

Al PSPV-PSOE no le bastó con los cuatro diputados que sumó de más, ni aún cuando su líder, Ximo Puig, cosechó sus mejores resultados desde que alcanzó el Palau de la Generalitat. Compromís acabó perdiendo dos actas, hasta caer a las 14, aunque aguanta por delante de los ultras y se convierte en la tercera fuerza en el Parlamento autonómico. Unides Podem, directamente, confirmó sus peores presagios y se queda fuera del Palau dels Borja. De ocho a cero. No mucho mejor le fue a Ciudadanos. Si las encuestas dejaban la continuidad de los morados en el aire, con los naranja acertaron de pleno, con una caída mucho más acusada si cabe: de tercera fuerza, con 18 diputados, a quedarse sin representación. Se pasa, pues, de seis partidos a cuatro en las Cortes Valencianas.

Todo en una jornada que certificó un reagrupamiento del voto en torno a los dos grandes partidos en lo que incluso para algunos apunta a un nuevo viraje hacia el bipartidismo, por más imperfecto que sea, y que incluso en determinados círculos socialistas se contempla como el anticipo de lo que puede ocurrir en las elecciones generales que está previsto que se celebren a finales de este mismo año. Un «tsunami», decían algunos cuadros socialistas, que le complica la presidencia europea a Pedro Sánchez. Eso en un contexto en el que, además, desde el PP siempre se plantearon estas elecciones como una primera vuelta de las generales en la que lo importante era «derogar el sanchismo» y tomar el relevo a Ximo Puig, «delegado comercial» de Pedro Sánchez en la Comunidad Valenciana, algo para lo que apelaron al voto útil.

El PP, en este sentido, no sólo absorbió todo el electorado de Ciudadanos, sino que consiguió ir más allá. De hecho, la derecha también capitalizó la preocupación de la ciudadanía por la sanidad que venían reflejando las encuestas, así como el voto de castigo a Pedro Sánchez. Ni los anuncios del presidente del Ejecutivo central ni unos datos económicos que han conseguido mantener el tipo pese a la crisis sanitaria y la guerra no pudieron contrarrestar poco antes de empezar la campaña la polémica por las listas electorales de EH Bildu, con 44 condenados por pertenencia a ETA, siete de ellos con delitos de sangre, por más que acabaran renunciando. Tampoco contuvieron ya en el tramo final el polvo que levantaron las presuntas tramas de compra de votos en diferentes puntos de España con cargos socialistas salpicados.

Un voto de castigo que benefició especialmente a Vox, que acabó ganando tres escaños más. Ni el miedo a la entrada de los ultras en un Gobierno de la Generalitat, algo que trató de agitar la izquierda, pero ya en el tramo final de la campaña, ni la condena de su candidato, Carlos Flores Juberías, por violencia machista, le acabaron penalizando. Gana un diputado por cada provincia, aunque convierte a Alicante en su principal fortín.

De hecho, la buena valoración que le daba la ciudadanía a la gestión del tripartito de izquierdas durante una legislatura política, la 2019 a 2023, marcada por la pandemia de covid y la guerra de Ucrania, con todas las implicaciones económicas que eso tuvo tanto para el tejido productivo como para las familias, no tuvo su traducción en los resultados del 28M. El 44,1% de los entrevistados valoraban como buena o muy buena la gestión del Botànic en la encuesta realizada por Invest Group para INFORMACIÓN, Levante-EMV y Mediterráneo-El Periódico de Castellón y, de paso, el Consell se anotaba una puntuación más alta que hace cuatro años, cuando el PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem revalidaron el segundo Botànic.

Los socialistas cierto es que ensancharon su espacio, con cuatro diputados más, pero Unides Podem perdió los ocho que le permitieron estar en el segundo Botànic. El apoyo tardío en Alicante de la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, a la coalición formada por Podemos y Esquerra Unida (EU) no frenó el descalabro de una formación que optó por elevar el tono y radicalizar su discurso, sobre todo contra los empresarios y, en particular, contra el presidente de Mercadona, Juan Roig. Una línea muy dirigida a su parroquia, pero con poca capacidad de ensanchar el espectro como finalmente dictaminaron las urnas.

En cuanto a Compromís, se acabó dejando dos diputados por el camino, tras su primera campaña desde tocaron gobierno sin la presencia de la otrora líder todopoderosa Mónica Oltra, tras su marcha por la imputación por el presunto encubrimiento de los abusos de su exmarido. Eso sí, unas cifras con un matiz importante: en la provincia de Alicante, donde se supone que los valencianistas tradicionalmente se han encontrado con más resistencias, aguantan, y retienen los cuatro diputados que tenían en la última legislatura. Pierden un acta en Valencia y otra en Castellón, y se mantienen en Alicante, donde la presencia de la vicepresidenta del Consell y cabeza de lista por la provincia para las Cortes, la crevillentina Aitana Mas, ha sido constante en los últimos nueve meses.

Los resultados del 28M, de paso, abren otro ciclo también de puertas hacia adentro en los partidos que integraban hasta ahora el Botànic. Sobre todo, en el PSPV-PSOE se inicia ahora una nueva etapa que debe llevar hasta al sucesor de Puig, aunque este revés al tripartito de izquierdas le complica las cosas a Arcadi España, conseller de Hacienda en el tramo final de la legislatura y una de las personas del círculo de confianza del jefe del Consell saliente. Más después de las victorias arrolladoras de Carlos Fernández Bielsa en Mislata, e incluso de Rubén Alfaro en Elda. También está por ver qué ocurre con Joan Baldoví en Compromís y con el equilibrio de fuerzas entre Més Compromís -antiguo Bloc- e Iniciativa. Para Podemos, todo se complica un poco más si cabe. 

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Las cosas van a cambiar muy favorablemente para Alicante con un gobierno del PP en Valencia.