ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

sábado, 6 de mayo de 2023

Joaquín Sorolla en Alicante, 1918, por Alicia Vallina. Palmeral de Alicante (hoy de San Gabriel)

 




SOROLLA Y LA FAMILIA GUILLÉN TATO: UN SIGLO DEL PALMERAL DE ELCHE (1918-2018) / Alicia Vallina Vallina

Sorolla viaja a Alicante acompañado de su hijo Joaquín y de uno de sus discípulos predilectos, Carreras, el 27 de septiembre de 1918, con la idea inicial de lograr localizaciones e inspirarse en la realización de un nuevo panel encargado por el hispanófilo y mecenas Sir Archer Milton Hungtington con destino a decorar los muros de la Hispanic Society de Nueva York. Esta vez el panel se centraría en un asunto concreto: El palmeral de Elche. El titulo que finalmente el valenciano dedicó a este panel es ciertamente erróneo pues nunca pintó este asunto en la ciudad ilicitana, sino que lo hizo en Alicante debido a una serie de causas que relataremos a continuación.
 
La primera carta que Sorolla escribe a su esposa Clotilde desde Alicante está fechada el 29 de septiembre de ese mismo 1918. Desde el hotel Reina Victoria [hotel hoy desaparecido estaba en la Explana de España], el pintor valenciano transmite a su esposa sus primeras impresiones de la ciudad: “el mar es tan hermoso, la luz tan divina…”. En un primer momento su intención es viajar a Elche, pero, por los datos que se recogen en esta misiva,parece que una epidemia de gripe  [famosa gripe mal llama española de 1918] asola con gran fuerza la ciudad y Sorolla,temeroso de caer enfermo, decide esperar en Alicante a que arrecie la enfermedad. Así emplea su tiempo en los toros, el cine, almorzando en el Club Náutico y paseando en lancha por el mediterráneo. 
 
De Alicante le sorprenden sus paisajes de palmeras de troncos robustos golpeadas por el mar, la tranquilidad de la ciudad, el sol y la calma del viento. De hecho, en la carta que escribe a su esposa Clotilde con fecha de 30 de septiembre le señala: “… este sitio debe ser igual a Elche y, digo esto porque, de no pintar el cuadro allí, podría acomodarme a hacerlo en Alicante…” . En la misma misiva Sorolla explica que viajará a Elche en automóvil al día siguiente y que solo estará allí unas horas no pudiéndole acompañar su hijo por encontrarse “malucho del estómago” además de “andar aprensivo por la epidemia” y a quien deja al cuidado de Carreras.
 
De Elche escribe Sorolla a su esposa el día 2 de octubre sorprendiéndole gratamente el magnífico palmeral del que señala que “no parece Europa, es algo raro tantos miles de palmeras”(3). Sin embargo, el momento de la corta del dátil, asunto que centra la atención del pintor valenciano como tema principal del panel, tiene lugar entre los meses de diciembre y enero por lo que deberá esperar aún para poder captar con el pincel ese especial instante. Además, su hijo Joaquín se encuentra débil, anímicamente desganado y deseoso de regresar a Madrid, quizá debido al desengaño amoroso que había sufrido a manos de la famosa cupletista Raquel Meller, amor no correspondido de Joaquín Sorolla García y que tenía especialmente preocupada a toda la familia.
 
Pero no será hasta el 4 de octubre de 1918 que Sorolla no cite en la correspondencia con su esposa a su “condiscípulo”, Heliodoro Guillén Pedemont (1864-1950), pintor alicantino seguidor de Emilio Varela [1887-1951], Casto Plasencia y Lorenzo Casanova, con quienes también Sorolla había compartido estancia en Alicante. Le describe como un hombre “muy agradable” con quien puede hablar de arte, señalando que “vive bien” y que posee “un bonito estudio y una familia agradable”. Será en esa misma misiva en la que el propio Sorolla y desde Alicante, da “órdenes para que preparen en Elche la corta de dátiles en alguna palmera para ver qué es eso y dar principio a mi obra”.
 
En carta del mismo 7 de octubre, Sorolla comunica a su esposa que el día 9 viajará a Elche “para ver el corte de los dátiles” pero, como la epidemia de gripe sigue asolando inmisericorde a la ciudad, el pintor valenciano señala que “no entraré en el pueblo; de la estación me iré al huerto de palmeras”. De este modo, el 9 de octubre y en tren desde Alicante, llega a Elche por la mañana temprano para estar pronto de regreso en la ciudad alicantina. Es en ese momento cuando se toman 16 fotografías conservadas en el archivo del Museo Sorolla de Madrid sobre la corta del dátil y que servirán de inspiración al pintor para reconstruir toda la escena. 
 
Sorolla sigue preocupado por la epidemia que asola Elche, son muchos los fallecidos y el valenciano se plantea incluso trasladarse a Cataluña o las Baleares para continuar el asunto del panel. Sin embargo, y a pesar de sus miedos, decide continuar en Alicante el trabajo que había iniciado. Durante el tiempo pasado allí, Sorolla visita en varias ocasiones a la familia de Helioro Guillén, entablando una sincera relación de amistad que continuará hasta el fin de sus días.
 
El 25 de noviembre de 1918 Sorolla decide definitivamente pintar el asunto de la corta de los dátiles en el huerto alicantino del Carmen propiedad del Sr. D. Juan Soler, de excelentes vistas al mar y “a los pies, el palmeral”. En la colocación del lienzo y en su sujeción – excepcionalmente compleja debido a sus dimensiones- intervienen en ayuda del maestro sus discípulos Guillén, Carreras y Varela. Sorolla comenzará a dibujar el panel el 27 de noviembre tal y como recoge en la carta enviada a su esposa ese mismo día donde señala “qué hermoso el sol, la gente y el hombre con la carga del dorado fruto… he gozado mucho!”
 
A la vez que pinta en Alicante, el maestro valenciano viajará a Elche el 1 de diciembre, en compañía de Varela y Guillén, para captar con su retina la grandeza del asunto ilicitano. Regresa de nuevo a Alicante para seguir pintando. Allí realiza jornadas agotadoras de trabajo y emplea su tiempo de ocio acudiendo al cine, al teatro o cenando en casa de Guillén en compañía de la esposa de éste Pepa Tato, y de sus hijos Ramón, Julio y Teresa. Las jornadas familiares en su compañía discurren felices. Así, en carta dirigida a Clotilde el día 17 de diciembre de 1918 Sorolla escribe “comí en casa de los Guillén arroz en costra, plato alicantino riquísimo [lleva una tortilla de huevos encima y pasado por el horno], allí he pasado toda la tarde… me he distraído porque hicieron música y bailó una señorita andaluza con mucha gracia y mucha intención”.
 
Ante la ausencia familiar que eclipsa el ánimo y las fuerzas del pintor valenciano en muchos momentos, los Guillén se convierten en su apoyo y consuelo. Guillén y Sorolla comparten aficiones y su evidente amor a la pintura. Ambos son socios distinguidos del Casino y del Club Náutico de Alicante -nombran socio de honor a Sorolla el 15 de diciembre de 1918-9 y sus hijos se entienden bien llegando a forjar amistad duradera.
 
La amistad entre Heliodoro Guillén y Joaquín Sorolla se afianza con los años hasta que, en 1918, Sorolla se citará en la residencia alicantina de Guillén para compartir largas jornadas que combinan trabajo y ocio. Así, y cuando Sorolla finaliza el asunto del palmeral ilicitano, Heliodoro escribe abundantes misivas al valenciano donde es evidente la añoranza que siente hacia los tiempos que compartieron y donde narra episodios de su vida familiar.
 
En enero de 1919, el propio Guillén menciona, por vez primera en su correspondencia, los avances laborales y académicos de sus dos hijos varones: Julio, que “marcha ya a su destino de 3º” y Ramón que “sigue en su clínica esperando”. [el 18 de enero enrolla el cuadro del "Palmeral de Elche" y lo factura en ferrocarril hacia Madrid].
 
Julio Guillén Tato [1897-1972], quien será años después contraalmirante de la Armada Española y director del Museo Naval de Madrid, era una persona culta y bien formada. Gran historiador, sus trabajos se publicaron en la Revista General de Marina, de la que también sería director al igual que del Depósito Hidrográfico y del Archivo General de la Marina D. Álvaro de Bazán, sita en el Viso del Marqués, provincia de Ciudad Real. Julio Guillén fue miembro de un sinfín de academias, instituciones y sociedades entre las que destaca especialmente, por su vinculación con el propio Sorolla, la Hispanic Society de Nueva York.
 
Guillén Tato, que apreciaba de modo singular el arte de la pintura, sintió una gran admiración por Joaquín Sorolla. A él dirigió desde Ámsterdam, el 25 de octubre de 1920, una tarjeta postal conservada en el archivo del Museo Sorolla de Madrid donde se muestra una reproducción en blanco y negro del cuadro de Murillo titulado Virgen con el niño.
 
Del mismo modo, como muestra de su admiración y cariño, Guillén Tato regalará a Joaquín Sorolla un modelo de fragata en madera policromada del siglo XVIII de 1,55 cm de eslora y 50 cm de manga que se conserva en las colecciones del Museo Naval de San Fernando, Cádiz. Se trata de una nave de tres palos, con un solo puente -lo que la identifica como una fragata- y 28 cañones.  Tras el fallecimiento de Sorolla, ocurrido el 10 de agosto de 1923, los descendientes del pintor entregan de nuevo al Museo Naval de Madrid el modelo de fragata para que pudiera ser expuesto en la colección permanente del museo. Allí permanecerá hasta mediados de la década de los 90 del siglo pasado, momento en que es trasladado al Museo Naval de San Fernando, Cádiz. Aquí, y tras una primera restauración, en 2006 se procede a aplicar un tratamiento contra xilófagos y se limpia tanto la superficie como la capa pictórica además de reintegrar las partes deterioradas luciendo actualmente en
la sala dedicada a la construcción naval del siglo XVIII del museo. 
 
 

 
Pasado por Ramón Palmeral
Alicante, 06-05-2023
 

     (Homenaje a Sorolla en el centenario de su fallecimiento, por Ramón Palmeral) 2023