(Revista digital de ARTE, CULTURA Y OPINIÓN DESDE ALICANTE. Nuevoimpulso.net
ARTICULOS DE OPINION
Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.
COLABORADORES : Ramón
Fernández Palmeral, José María Balcells, Foly Galán, Virginia
Pina, Jose Antonio Charques, Juan Antonio López
Vílchez, Daniel Alejandro Gómez, Carlos Bermejo, Rosa Lillo, Antonio Colomina Riquelme, Pepe Zapata, Zara
Patricia Mora, Rosa Lillo, Manuel Esteban Lozano, Amado Estomi, Áurea López,
Santiago Bao, Agustín Conchilla, Francisco Javier Martínez, Barbeyto, Tomy
Duarte.
ARTES PLÁSTICAS: Juan Alió, Pepe Zapata, Ramón Fernández, Franchi,
M.Perica, Carlos Bermejo, Amills, Lola Ruiz, Elena Martínez, Teresa Ruiz, Lily
Valdés. Martigodi, Barbeyto, Juan Soler y Gerada.
COLABORADORES : Ramón
Fernández Palmeral, Gaspar Peral Baeza, Agustín Conchilla, Jorge Gómez, Óscar
Portela, Juan Rodenas,Foly
Galán, María Eugenia Caseiro, Javier Guerrero, Virginia Pina, LeopoldoRoaless, Kesia, Ana Marlópez, Youssef Rzouga,
José Mª de Juan, Daniel Omar Cignacco, Rosa Lillo, Paco Fuster, Guillermina Perales,
Pepe Zapata.
ARTES
PLÁSTICAS: Pepe Zapata, Ramón Palmeral, Franchi, Carlos Bermejo, Adolfo Cano, Roaless, Pepe
Roca, José Luis Navarro, Antonio Pérez Bueno, Mbelssen, Anais Florin, Gerada,
Vicente Rubio, Luis Clemot, Martín Alía y Guardiola.
COLABORADORES : Jesucristo Riquelme,
Juan Cano Ballesta, Ramón Fernández Palmeral, Manuel Roberto Leonís, Francisco
Fuster, Antonio Pérez, Vicky Fernández, Áurea López, Ana Marlópez, Carlos
Bermejo, Blog: El pez más viejo del río, José Antonio López Pastor.
ARTES
PLÁSTICAS: Pepe Zapata, Estela, María Dolores Barbeyto, Mercedes
Galindo, Ramón Fernández, Ayén, Antonio Pérez, Teresa Ruiz, Jesús Lozano
Saorin, Carlos Bermejo, Marise Rossi, Pauplino Tébar, Maryse Rossi, Franchi,
Luis Barcala Salas, Tomy Duarte, Ramón Fernández.
Pedro Sánchez, al afirmar que Víctor Aldama "no tiene credibilidad" debido a su situación legal de salir de la cárcel para declaras en la Audiencia Nacional, no manejó de manera adecuada una cuestión tan delicada como las acusaciones de corrupción. En lugar de adoptar una postura defensiva que, de manera implícita, puede interpretarse como una actitud de protección hacia posibles sospechosos, el enfoque correcto desde su posición como presidente habría sido ordenad una investigación o información interna, demostrar su compromiso con la transparencia y la justicia.
Lo ideal hubiera sido responder con una actitud abierta y proactiva, diciendo algo como: "De acuerdo, vamos a investigar a fondo estas acusaciones. Nuestro gobierno está comprometido con la lucha contra la corrupción, venga de donde venga, y no toleraremos conductas indebidas en ninguna instancia." Este tipo de declaración no solo refuerza la confianza en las instituciones, sino que muestra una disposición a priorizar la búsqueda de la verdad por encima de intereses políticos o personales. En cambio, se pone de parte de los supuestos corruptos y los defiende. Esto es inaudito. Un error grave.
Las declaraciones defensivas que buscan desacreditar directamente a quien plantea una acusación pueden ser percibidas como intentos de desviar la atención del tema central. Además, este enfoque puede acabar dañando la credibilidad del propio presidente, ya que genera suspicacias sobre posibles vínculos con los señalados como corruptos. Hace de abogado defensor de los corruptos y eses no es su papel en esta serie.
Por tanto, asumir una postura constructiva y de total cooperación con las investigaciones no solo fortalece la imagen pública de un líder, sino que también respalda los principios democráticos y la confianza ciudadana en las instituciones.
No es esta la postura que debe tomar un Jefe o Presidente del Gobierno ante denuncias de corrupción, porque significa que lo sabía o estaba implicado. Incluso, ante denuncias anónimas debe ordenar una investigación de esclarecimiento de la verdad.
Huy que alabar la valentía del delator, protegerlo y premiarlo.
COLABORADORES : Vicky Fernández, Ramón
Fernández Palmeral, Enrique Cerdán Tato, Lucía Muñoz Arrabal, J. Rodenas Cerdá,
Francisco Fuster, Carlos Bermejo, Pilar
Galán, Julia Díaz Climont. Francisco Giner de los Ríos-Morales.
ARTES
PLÁSTICAS: W. Gitterer
"Guillermo",Antogonza, Barbeyto,
Pepe Zapata, Ramón Fernández “Palmeral”, Franchi, Sara Gozlez “Vega”, Carmen
Rubio, Antonio Pérez, Gerada.
Recuerdo vívidamente las jornadas previas a la moción de censura
que en 2018 largó a su casa a Mariano Rajoy, la persona que había
ganado las elecciones de 2016 con 52 escaños de diferencia sobre un
Pedro Sánchez que desde entonces ostenta un récord: el de los peores
resultados de la historia del PSOE en democracia. Las recuerdo como unos
días desasosegantes en los que contemplábamos, entre absortos e
impotentes, cómo los enemigos de España se confabulaban para aupar a la
Presidencia del Gobierno al gafe que ocupaba la Secretaría General de
los socialistas. Enemigos de España entre los que destacaba la banda
terrorista ETA blanqueada políticamente bajo su enésima marca blanca,
Bildu.
El banderazo de salida a aquellos días que vivimos
peligrosamente se dio el viernes 25 de mayo de 2018 cuando Pedro Sánchez
registró el órdago a lo grande en la Cámara Baja. La excusa fue la
sentencia de Gürtel, que no sólo condenaba a Bárcenas, Correa y compañía
sino que, además, señalaba al PP como «partícipe a título lucrativo».
Desde entonces hasta una semana después, cuando por primera vez
triunfaba una moción de censura en la España democrática, hubo mil y un
intentos por revertir la situación. Intensos contactos subterráneos que
tenían como elemental destinatario a un PNV que acababa de respaldar sin
un solo pero los Presupuestos Generales del Estado.
El partido de
Sabino Arana lanzó una contrapropuesta a través de relevantes
personalidades de la sociedad civil vasca y madrileña. El mensaje fue
inequívoco: «Si Rajoy dimite y da paso a otro dirigente del PP, la
moción de censura no contará con nuestros votos». Cinco votos sine qua non. El propio Sánchez ofreció una salida a su acorralado adversario: «Si usted dimite, yo retiro la moción».
¿Debe
dimitir un presidente del Gobierno si imputan a su mujer? En cualquier
democracia de calidad el primer ministro ya estaría en su casa
Vamos,
que la supervivencia del gran partido de centroderecha en Moncloa
dependía única y exclusivamente de la inmolación de Mariano Rajoy. Los
vascos dieron todo tipo de facilidades y hasta tres nombres. Les daba
igual Soraya Sáenz de Santamaría que María Dolores de Cospedal e incluso
Ana Pastor, a la sazón presidenta del Congreso de los Diputados.
Cualquiera de las tres menos Rajoy. Elegir, lo que se dice elegir, había
donde elegir. Las tres sobradamente preparadas: las dos primeras
abogadas del Estado, la tercera, médico. Las tres limpias de polvo y
paja del chapapote de corrupción que había atestado Génova 13. Las tres
completamente ajenas a un escándalo que un servidor destapó en enero de
2013 con los sobresueldos, la financiación en B y los «Luis, sé fuerte,
hacemos lo que podemos» de Rajoy a Bárcenas.
Rajoy declinó la
oferta peneuvista con una pueril argumentación: «No pienso dimitir
porque no he hecho nada». Seguramente tenía razón toda vez que el fallo
de Gürtel abarcaba la etapa 1999-2005, es decir, siete años de los que
tan sólo en uno él presidía el partido. En su descargo hay que reconocer
que, en cuanto pudo, se deshizo de los servicios de la banda de Correa
aunque en su contra hay que recordar que mantuvo a Luis Bárcenas como
tesorero hasta 2008. Sea como fuere, su cabeza salvaba no sólo al PP en
el poder sino el constitucionalismo en España. No atendió a razones.
Luego se descolgó con otra teoría falsaria: «Mi sucesora hubiera tenido
que convocar elecciones y Ciudadanos, que estaba por delante en todas
las encuestas, nos hubiera pegado el sorpasso». Algo, lo de disolver las Cortes, que no está escrito en ninguna parte. Bastaba con tirar el balón adelante y ganar tiempo.
La
moción de censura pasó de las musas al teatro el viernes 1 de junio con
180 votos a favor —es precisa la mayoría absoluta— y 169 en contra.
Pronto se conoció que era tan legal como ilegítima. La morcilla del PP
«como partícipe [y, obviamente, responsable] a título lucrativo» había
salido de la pluma del magistrado de la Audiencia Nacional José Ricardo
de Prada, coleguita del mundo proetarra y amigo del alma de Baltasar
Garzón. Cómo sería de cantoso el asunto que años después el Tribunal
Supremo confirmó, año arriba, año abajo, las condenas de los cerebros de
Gürtel pero tumbó la coletilla del juez filoetarra y su compañero Julio
de Diego, otorgando la razón al magistrado discrepante y presidente de
la Sala, Ángel Hurtado. Conclusión: la sentencia inicial fue lo que fue,
una mascarada, si no una prevaricación de tomo y lomo, parcialmente
cuando menos.
Pues eso, que la corrupción del PP era una excusa de
mal pagador del uno, Pedro Sánchez, y los otros, incluida esa banda
terrorista ETA que pasaba a formar parte del núcleo duro de la
gobernabilidad de España. Sus 856 asesinatos, 12 de ellos socialistas,
sus cientos de heridos, mutilados o quemados y los miles de huérfanos
eran lo de menos. Lo de más era arrebatar el poder al PP al precio que
fuera. Así opera el tipo más amoral en 5.000 kilómetros a la redonda,
que no es otro que el marido de Begoña Gómez.
La
doctrina de asumir responsabilidades políticas no constituye una
antigualla sino más bien una asignatura de primero de democracia
Ahora
el beneficiario de la moción de censura acumula unos niveles de
corrupción que nada tienen que envidiar al tardofelipismo en cantidad y
calidad. Todo setenta veces siete más bestia que esa participación a
título lucrativo en Gürtel de un PP al que se le imputaba un beneficio
ilegal de 245.000 euros en ayuntamientos madrileños que escapaban al
control de la séptima planta de Génova 13.
¿Debe dimitir un
presidente del Gobierno cuando imputan a su mujer por apropiación
indebida —lo que toda la vida de Dios se ha llamado robar—, corrupción
en los negocios, intrusismo y tráfico de influencias? En cualquier
democracia de calidad estaría de más formular la pregunta porque el
primer ministro ya estaría en su casa. En la España presanchista, desde
luego, Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy no
hubieran dudado un segundo en coger los bártulos e irse por donde habían
venido. La doctrina de las responsabilidades políticas no constituye
una antigualla sino más bien una asignatura de primero de democracia.
Claro que plantear este dilema al autócrata que nos gobierna es como
pedir peras al olmo.
Las pocas dudas existentes entre esos
sanchistas más papistas que el propio Papa Sánchez durarían menos que un
caramelo a la puerta de un colegio con un dato añadido: el hermanísimo
David está tetraimputado por corrupción como su cuñada. La juez le
atribuye prevaricación, malversación, tráfico de influencias y fraude
fiscal. ¿Cuántos presuntos delitos tendrían que haber perpetrado Bego y
David, David y Bego, para que su marido y hermano diga «¡hasta aquí he
llegado!», escenario poco probable porque ética y Sánchez son términos
antitéticos, o para que PNV y Junts le enseñen la puerta de salida?
¿Seis, ocho, diez, doce? ¿Veinte tal vez? ¿Todo el Código Penal quizá?
El
PNV y Junts tienen la obligación moral de aplicar a Pedro Sánchez y al
PSOE el mismo rasero que dispensaron en 2018 a Mariano Rajoy y al PP
La
gravísima situación procesal del clan sería motivo más que suficiente
en un país serio para que bien el partido, bien sus socios, bien todos a
una como en Fuenteovejuna, lo saquen de La Moncloa. La permanencia del
pájaro tiene más bemoles aún si reparamos en un elemental hecho: hay
corrupción y de la buena más allá de Pedro Sánchez. El caso Aldama,
un seísmo de imprevisibles consecuencias, implica a medio Partido
Socialista, a medio Gobierno y a la tercera autoridad del Estado,
Francina Armengol. El empresario vino a decir el jueves en la Audiencia
Nacional que en Ferraz y en el Consejo de Ministros le exigían pasar por
caja hasta la madre superiora. Apuntó con el dedo índice al número 3
del PSOE, mi paisano Santos Cerdán, que habría mordido
15.000 euros; al jefe de gabinete de María Jesús Montero, al que
entregó 25.000 del ala para que le aplazaran una deuda fiscal, al
ministro Ángel Víctor Torres, que le exigió 50.000 por Koldo
interpuesto; y al dúo Koldo-Ábalos, que se habría embolsado cientos de
miles de euros.
El círculo de la mangancia se cierra con la trama
de las mascarillas. Están enfangados Ángel Víctor Torres, nombre
recurrente en este cenagal, Armengol y ese Fernando Grande-Marlaska que
concedió la Medalla al Mérito de la Guardia Civil a Víctor de Aldama.
Por no hablar de los Titos Berni de la vida, los diputados socialistas
que se iban de prostitutas y se empolvaban la napia en plena pandemia y,
para más inri, saltándose el estado de alarma que aplicaban
implacablemente al resto de los ciudadanos.
¿Qué más tiene que
suceder para que se las pire esta banda? Sumar y Podemos, que van de
puros y castos por la vida, deberían plantear a Sánchez la convocatoria
de elecciones generales. Como mínimo. Y PNV y Junts tienen la obligación
moral de aplicar al presidente y al PSOE el mismo rasero que
dispensaron a Rajoy y al PP, vía moción de censura, naturalmente. Contra
Rajoy había menos pruebas en Gürtel que contra Sánchez en los
escándalos Begoña, David Azagra, Aldama y en ese de las mascarillas que
representa el colmo de las indecencias. Y, entre tanto, el próximo
presidente del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, debería dejar de hablar
de esa figura constitucional que los largó de Moncloa en 2018. Las
mociones de censura no se anuncian, se presentan.