(Alicante (El Altet-Elche). Yo no usaba Ryanair, porque estoy discapacita y no puedo subir las escaleras. Necesito el finger)
No puede evitarlo. El espíritu
ultra low cost raras veces
abandona al presidente de Ryanair. “¡Nos hemos vuelto locos: os hemos
invitado a almorzar y hasta hay barra libre!”, destacaba Michael O’Leary
durante una reciente presentación con periodistas en Londres de la
nueva estrategia comercial de la aerolínea irlandesa.
Tras registrar el
año pasado la primera caída del beneficio en cinco ejercicios, la
compañía, famosa por su austeridad y muy polémica por la forma de tratar
al pasaje, ha decidido dar un paso adelante: gastar dinero para lavar
su imagen y tratar mejor al cliente para evitar que sus rivales le ganen
terreno.
Se acabaron las carreras en el embarque para poder sentarse junto a
un amigo. Se acabó tener que embutir el bolso en la maleta de mano para
poder subir al avión. Ahora se puede elegir asiento y llevar un segundo
bulto a bordo. Además, se paga menos por no llevar la tarjeta de
embarque impresa, por facturar maleta sin haberlo seleccionado en la
reserva y por exceso de equipaje. La compañía hasta ha cedido en su
política de dejar en tierra a los menores sin DNI en vuelos nacionales
(ahora con el libro de familia basta). También se han puesto en marcha
vuelos silenciosos, con megafonía reducida, a primera hora de la mañana y
última de la noche. Lo que O’Leary ha sido incapaz de quitar es la
trompetilla que anuncia, tras aterrizar, que el vuelo ha sido puntual.
La transformación se completa con una nueva web y un abanico de
servicios para atraer a familias —descuento del 20% en el tercer viaje— y
personas que viajan por trabajo. “Soy cliente habitual y los nuevos
productos que lanzarán en agosto para empresas, como poder cambiar el
billete en el día y una vía rápida para pasar por los controles del
aeropuerto, serán muy útiles”, confiesa Stephen Furlong, analista de
Davy Research en Dublín. “Creo que Ryanair está siendo fiel a su
estrategia, basada en una estructura de costes mínima, pero que está
evolucionando”, añade. También ha empezado a abrir más bases en
aeropuertos principales, como Lisboa o Bruselas.