Ignacio Zuloaga, El Pintor
(Perfil biografico publicado en el libro ‘Diccionario Taurino Guipuzcuano)
Ignacio Zuloaga Zabaleta (Eibar, 1870-Madrid, 1945) fue un aficionado
práctico a los toros, que compartía con el arte pictórico, su verdadera
vocación. [i]Con excesiva frecuencia se olvidaba que había estado a punto de perder una pierna a
consecuencia de las secuelas que le había dejado una flebitis mal
curada, y los múltiples achuchones sufridos en sus años de espada amateur;
los cuales, al menos en dos ocasiones, le tuvieron postrado en la cama
durante varios meses, mientras residía en Sevilla y París.
Al pintor eibarrés le gustaba alardear de sus hazañas taurinas. Entre
ellas, de la que protagonizó el invierno de 1907, en la ganadería del
Marqués de Villagodio, donde afirmaba había trasteado en solitario, nada
menos que veinticuatro becerras. Su entusiasmo por la fiesta brava, le
permitió conocer a los principales protagonistas de la Tauromaquía,
entre los que se encontraban los ganaderos bilbaínos, marqués de
Villagodio y Félix Urcola. Ya unos años antes, acostumbraba a acompañar a
Juan Belmonte y Domingo Ortega, en sus excursiones camperas; faenas de
las que nunca se marchaba sin estirar la capa, a veces bajo la
supervisión de su ahijado, Rafael Albaycin. Otros escenarios a los que
acudía con cierta regularidad eran las ganaderías de Miura, Aldeanueva y
Navalcaide, propiedad de Ortega.
Zuloaga fue un estoqueador de toros malogrado. Y así lo dejaron
reflejado algunos de sus amigos, entre los que se encontraba Antonio
Díaz Cañabate, en una de sus crónicas en la que resume la trayectoria
taurómaca del pintor:
“…porque Zuloaga fue un torerillo malogrado, como tantos otros. He
visto torear a Zuloaga pasados los setenta años de edad. Toreaba como
los toreros que tan insuperablemente pintó” (…) “Sabido es que su gran
afición fueron los toros, que tomó lecciones y mató novillos en la
escuela taurina que en Sevilla instaló Manuel Carmona El Panadero,
hermano de El Gordito, el que ideó el quiebro con las banderillas”.[ii]
El propio artista recordó su afición a la Lidia práctica, tal como confesó al anterior revistero madrileño:
“No fui torero porque el ser torero es mucho más difícil que ser
pintor, y conste que considero la pintura como algo dificilísimo. Más de
ochocientos cuadros he pintado en mi vida. No sé si buenos o malos. Lo
que sí sé es que los hubiera dado todos por una gran faena de muleta. Y
no fui torero porque presentí que nunca llegaría a realizarla”.
Por su parte, en una comunicación postal que Sebastián Miranda
remitió a Juan Belmonte, el escultor analiza la pasión de Zuloaga por
sortear ganado bravo:
“Creo que hubiese cambiado toda su pintura por haber matado en la
plaza de toros de Madrid un toro, en la corrida de la Beneficencia, y
verle rodar con las cuatro patas al alto y el tendido lleno de
pañuelos”.
Y para demostrar la afición del artista a la fiesta taurina, queda el
cartel anunciador de una de las encerronas que protagonizó en Sevilla,
el 17 de abril de 1897, ciudad en la que residió entre 1893 y 1898. Este
mismo año es posible también actuase en la plaza de toros de Bilbao en
un festejo a favor de la Cruz Roja local junto al marqués de Villagodio.
Por lo tanto, es entendible que el tiempo que residió en la ciudad de
la Giralda, el pintor guipuzcoano se relacionase con los numerosos
aprendices del Arte de Cuchares, mientras asistía a la Escuela de
Tauromaquia de la Puerta de la Carne, en el barrio de San Bernardo, muy
cerca del matadero. Es indudable, que estos mismos días, soñó con
abandonar los pinceles para empuñar el capote y la muleta. En cualquier
caso, se asegura que en esta época llegó a dar muerte a estoque a
diecisiete novillos en otros tantos festejos pueblerinos, en uno de los
cuales resultó herido de cierta gravedad, lo que le debió hacer
recapacitar y, tal vez, cortarse la coleta con precipitación.
Todos los años que mantuvo abierto su estudio en Alcalá de Guadaira y
Sevilla no dejó de pintar retratos de toreros, y otras escenas
taurinas, entre los que se encontraban los correspondientes al El Panadero y Gallito. De este mismo período, solo se conservan cinco cuadros de temática tauromáquica catalogados, uno de ellos: Víspera de la Corrida,
que fue Premio del Rey, en la Exposición de Arte de Barcelona de 1898.
En la Exposición de Bellas Artes correspondiente al año de 1897, en su
apartado taurómaco, se exhibió un cuadro del pintor de Eibar, junto a
las obras de otros reconocidos artistas, entre los que sobresalía la
correspondiente a Benlliure. En este evento Zuloaga presentó sus lienzos: Retrato de Coriano y Ante los toros.
La siguiente etapa de Zuloaga prosiguió en su casa-castillo de
Pedraza (Segovia), ciudad en la que residió entre el verano de 1898 y
1916, tal vez buscando la cercanía y consejo de su tío, el ceramista
Daniel. En esta época, el pintor guipuzcoano materializó al menos
catorce cuadros de inspiración taurófila, ente los que sobresalen, obras
tan conocidas como: Preparativos para la corrida, Toreros de pueblo,
El matador Pepillo, El Corcito, El Segovianito, Torerillos de Turégano,
En la corrida, o La Víctima de la fiesta…
El 14 de julio de 1914, Ignacio Zuloaga abrió un caserío-estudio en
las afueras de Zumaia, Santiago Etxea; localidad en la que acabaría
promoviendo varios festivales taurinos con el objetivo de ayudar a
construir un hospital. Uno de los primeros, el mes de septiembre de
1917, tarde que actuó Joselito. En la edición de 1924, tomaron parte Juan Belmonte, Algabeño, Antonio Márquez, Valencia II y Antonio Cañero; tarde en que el Pasmo de Triana resultó cogido de gravedad.
De la misma manera, en los archivos de Santiago Etxea se conserva la
colección completa de artículos periodísticos y correspondencia que el
pintor mantuvo con los algunos de los protagonistas del toreo: Belmonte,
Cañero, Roberto Domingo, Cossío, Díaz Cañabate, Antonio Márquez, Rafael
Albaycin, Algabeño, Sebastián Miranda, Villagodio, Urcola,
Fernando Villalón…Con la llegada de los meses invernales, que Zuloaga
pasaba en Madrid, compartía tertulia con Julio Camba, Valle-Inclán,
Azorín, Baroja, Pérez de Ayala, Marañón, Manuel Machado, Guitarte, Díaz
Cañabate, Sebastián Miranda, Romero de Torres, Pérez de Ayala, Luis de
Tapia, Antonio Casero, Corrochano…
En una de estas pláticas, en la primavera de 1919, en que se
encontraba Juan Belmonte, el pintor le comprometió a que torease en
Segovia, el día de San Pedro; plaza en la que nunca había actuado.
Ignacio correría con los gastos que generase la organización del evento y
su tío Daniel se encargaría de solventar todos los asuntos burocráticos
necesarios, con la intención de que el dinero sobrante se donase a la
beneficencia municipal. Así, De manera que los hermanos, Manolo y Juan
Belmonte, estoquearon un encierro de Aleas, que pastaban en la finca
segoviana de Aldeanueva. Como no podía ser de otra manera, acudieron al
evento la mayoría de sus amigos.
Su asistencia a los festejos taurinos que habitualmente se corrían en
Las Ventas, y a las tertulias posteriores, en compañía de un selecto
grupo de aficionados, ayudaron a Zuloaga a ver pasar sus últimos años de
vida. Las Presidentas, acta artística de un festejo celebrado en
la Villa de Ayllón, fue su última obra de inspiración taurina. La pintó
unos pocos meses antes de fallecer, el 31 de octubre de 1945. Su ultimo
paseíllo partió de su estudio madrileño, a hombros de sus amigos más
taurinos: José María Cossío, Fernando Guitarte, Juan Cristóbal, Domingo
Ortega, Rafael Albaicín y Antonio Sánchez.
[i] La afición taurina de Zuloaga.
Articulo basado en los trabajos de Mariano Gómez de Caso, publicados en
Revista Cultural números 27, octubre, 1ª parte y 28, noviembre, 2ª
parte.
[ii] Antonio Díaz Cañabate. ABC, 2 de julio de 1968.