Pedro Sánchez, secretario y líder del PSOE, en su discurso en el XVII Congreso de la Empresa Familiar de Alicante, bonito y demagógico, ¿pero es real y posible cuanto dijo?, porque su idea es la de gobernar, no la de favorecer a los trabajadores, ni al pueblo, sino gobernar otra vez sea como sea, y esto no es hacer política sino agradar a los oídos de los que piden y tienes sed de cambios.
.......................................
Artículo en Información
En su primer discurso dedicado en
exclusiva a construir los pilares de su propuesta económica, Pedro
Sánchez se remontó al paso de la peseta al euro como el punto que marcó
la caída de la economía española. «O no se hizo esa transición. O, desde
luego, si se hizo, fue muy mal», subrayó el dirigente socialista en una
intervención inicial muy estructurada. El secretario general del PSOE,
con corbata roja y que se autodefinió como «socialista y de izquierdas»,
describió como ese panorama, a su juicio, había generado poco a poco un
deterioro del empleo y un «estrechamiento» de la clase media que, a su
vez y con el tiempo, se ha traducido, detalló, en un alto endeudamiento
privado, una baja competitividad, en más desempleo y precariedad, en una
mayor deuda para las instituciones públicas y en un incremento de las
bolsas de desigualdad y pobreza.
Para poner coto a lo que Pedro
Sánchez definió, hasta en dos ocasiones, como «capitalismo de amiguetes y
de casino», el nuevo líder del PSOE emplazó a toda la sociedad, no sólo
a las fuerzas políticas, a afrontar con «coherencia y tenacidad» esa
segunda transición con la creación de 600.000 empleos en la industria y,
a partir de una reordenación de las deducciones fiscales, incentivar a
los empresarios para elevar el número de sociedades de tamaño medio y
grande, muy limitado hasta ahora en la económía española. Un conjunto de
medidas para perseguir «sin parches» el fraude fiscal que, a día de
hoy, cifró en los 60.000 millones, cuatro veces el presupuesto de la
Generalitat para un año. Tomar medidas para atajar la «pobreza
energética». Evitar la concentración del poder económico. Y un nuevo
Estatuto de los Trabajadores y otra reforma legislativa –elemento que
introdujo durante el debate– para abordar los tiempos laborales, la
conciliación con la vida familiar, acabar con la temporalidad o poner el
despido como último recurso. «Crear empleo no puede ser a costa de
trabajo mal pagado y precario», advirtió.
«Frente a ese
capitalismo de amiguetes que está en el origen de la corrupción –deslizó
Pedro Sánchez para situar su discurso en el centro de la actualidad–,
tenemos que ir hacia una economía basada en el talento, el mérito y la
capacidad en la que la competencia actúe como una fábrica de
emprendedores». «Otra política económica es posible», subrayó el nuevo
líder del PSOE. Para provocar ese cambio tan profundo, vino a decir
Pedro Sánchez, el conjunto de España disfruta de un potencial que, en su
opinión, facilitará la mejoría y que, a su vez, tendrá un impacto
positivo para sacar del atolladero una «economía gripada». «Tenemos que
renovar la economía española en la crisis», concluyó Sánchez.
En su primer discurso dedicado en
exclusiva a construir los pilares de su propuesta económica, Pedro
Sánchez se remontó al paso de la peseta al euro como el punto que marcó
la caída de la economía española. «O no se hizo esa transición. O, desde
luego, si se hizo, fue muy mal», subrayó el dirigente socialista en una
intervención inicial muy estructurada. El secretario general del PSOE,
con corbata roja y que se autodefinió como «socialista y de izquierdas»,
describió como ese panorama, a su juicio, había generado poco a poco un
deterioro del empleo y un «estrechamiento» de la clase media que, a su
vez y con el tiempo, se ha traducido, detalló, en un alto endeudamiento
privado, una baja competitividad, en más desempleo y precariedad, en una
mayor deuda para las instituciones públicas y en un incremento de las
bolsas de desigualdad y pobreza.
Para poner coto a lo que Pedro
Sánchez definió, hasta en dos ocasiones, como «capitalismo de amiguetes y
de casino», el nuevo líder del PSOE emplazó a toda la sociedad, no sólo
a las fuerzas políticas, a afrontar con «coherencia y tenacidad» esa
segunda transición con la creación de 600.000 empleos en la industria y,
a partir de una reordenación de las deducciones fiscales, incentivar a
los empresarios para elevar el número de sociedades de tamaño medio y
grande, muy limitado hasta ahora en la económía española. Un conjunto de
medidas para perseguir «sin parches» el fraude fiscal que, a día de
hoy, cifró en los 60.000 millones, cuatro veces el presupuesto de la
Generalitat para un año. Tomar medidas para atajar la «pobreza
energética». Evitar la concentración del poder económico. Y un nuevo
Estatuto de los Trabajadores y otra reforma legislativa –elemento que
introdujo durante el debate– para abordar los tiempos laborales, la
conciliación con la vida familiar, acabar con la temporalidad o poner el
despido como último recurso. «Crear empleo no puede ser a costa de
trabajo mal pagado y precario», advirtió.
«Frente a ese
capitalismo de amiguetes que está en el origen de la corrupción –deslizó
Pedro Sánchez para situar su discurso en el centro de la actualidad–,
tenemos que ir hacia una economía basada en el talento, el mérito y la
capacidad en la que la competencia actúe como una fábrica de
emprendedores». «Otra política económica es posible», subrayó el nuevo
líder del PSOE. Para provocar ese cambio tan profundo, vino a decir
Pedro Sánchez, el conjunto de España disfruta de un potencial que, en su
opinión, facilitará la mejoría y que, a su vez, tendrá un impacto
positivo para sacar del atolladero una «economía gripada». «Tenemos que
renovar la economía española en la crisis», concluyó Sánchez.