ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

martes, 16 de abril de 2019

Llegó la Semana Santa con unas ramas de olivo y unas palmas doradas, y campaña electoral



    
(Domingo de Ramos en la Plaza de la Viña, foto de Palmeral, 2019)

 

 Ramón Palmeral

      Llega la Semana Santa de 2019 con campaña electoral y la tradicional subida del precio de los carburantes como un impuesto indirecto más, pero directo al bolsillo de los españoles, como si fuéramos tontos. ¿No cree amigo lector que esta costumbre debería ser investigada por Industria, Comisión Europea u otro Organismo de papeleo burocrático de papel marca Gvarro? Y luego dicen que los españoles somos muy latinos y viscerales, pero es para cabrearse ¿o no?

     Y este asunto medieval de hacer coincidir la Semana Santa con la luna llena de abril, en una sociedad laica y constitucional debería ser una fiesta religiosa con calendario fijo, en beneficio los trabajadores, alumnos, profesores  y maestros que, los pobres míos, no ha descansado desde las vacaciones de Reyes.  Desde esas lejanas fiestas de cabalgata de Reyes con magia, hasta mediado de abril existe una vara larga de tres largos meses sin parar. ¿No sería mejor la Semana Santa, siempre, en la mitad de marzo con San José en medio?, aunque los valenciano de Valencia son más de fallas y petardos. Y digo lo de valencianos de Valencia porque cuando le peguntas a un alicantino sin es valenciano responderá: ¡No, yo soy alicantino!

       Me dice mi viejo amigo de biblioteca Algazel que el primer dato escrito sobre Hermandades y Cofradías alicantinas se remontan a primeros del siglo XVII, y que imagineros de misteriosas y hábiles manos con la gubia afilada en la piedra de agua, esculpieron, por encargo del cielo, figuras de cuerpos angelicales, semidesnudos y lacerados a la imagen de la Pasión de Cristo, Dolorosas, Sepulcros y Cenas.  Esos imagineros debieron ser impostores ángeles ebanistas más que tallistas de la dulce madera de ciprés (no le ataca la carcoma).  Magos del escoplo y de la gubia como Nicolás Bussy o Salzillo autor del Cristo del Hallazgo, Lastrucci autor de la Virgen de Santa Rendición o un anónimo crucificado. ¿Quién dice que esos ángeles de madera no sean inspectores camuflados de la Agencia Tributaria?

       No debemos buscar en estos días el folklore o la competitividad entre Hermandades, ni la playa con olor a incienso en el Postiguet de la culona de Margot, ni que se parezca un paso la cabalgata de Reyes o un desfile de Moros y Cristianos. No seamos hipócritas, todos sabemos que la Semana Santa es un reclamo turístico y cultural en toda su amplitud de diapasón con dulzaina y «tabalet». No debemos mezclar lo religioso con lo turístico, a los hombres de fe con los laicos, agnósticos, los que rematamos el Domingo de Ramos con el Lunes de Mona.  Esta año se nos ha unido la campaña electoral para completar el Contrarreforma. 

       Siento cómo mi río interior espiritual se hiciera grande por las vena, eso sí que a la gula la llevo a raya en la Cuaresma con potaje de bacalao el Vienes Santo. ¿Penitencia sin flagelos ni cilicio de dolor? ¡Hipócritas!, gritaría los Cielos. Los pecados no se quietan ni con confesión ni con dolor de penitencias. Seamos sinceros con nosotros mismos y respetemos la tradición de esta santa semana a la que tanto quisieron y respetaron nuestros antepasados.

      La procesión que más atractivo tiene en Alicante es la  Hermandad de la Santa Cruz: constituida en 1945, realiza su estación de penitencia con cuatro tronos: el Cautivo, la Dolorosa y el Descendimiento de la Cruz, todas obras de Antonio Castillo Lastrucci, y el Cristo de la Fe, conocido como El Gitano, que fue realizado por Luis Ortega Bru.

     Llegó la Semana Santa con una urna bajo el brazo o bajo el paso, con dos urnas: la del Santo Sepulcro (con todos mis respetos y las urnas de dos elecciones: generales y autonómicas). Pero no me censuren a mí,  amigos míos, que yo no tengo la culpa de este triplete folclórico y ecléctico entre religión, política y subida de los carburantes como al Monte Carmelo. Que yo solo soy un mensajero de esta sátira a lo Carlos Arniches, nada más, el que escribe llevado por la observación de la realidad cotidiana, urbana y rural. Es que estas semanitas son como para escribir un «haiku» y lo Matsuo Bashō, con patada a la luna.

Qué lejos quedaron aquellos años de su nuestro desamparo dictatorial cuando se cerraban hasta los bares y la carta de ajuste se pasaba una semana en la pantalla de la televisión única y pública,  cumpliendo duelo por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo de hace dos mil años que no abandonó a nuestra suerte. Lo demás, todo son espinos. Lo dejo al juicio inteligente del lector.

Alicante, 14 de abril 2019
Semana Santa

Publicado en Diario de Alicante

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domingo, 14 de abril de 2019

Procesión del Domingo de Ramos en la Plaza de la Viña (Alicante) 2019.








Semana Santa pasada por urnas de todo tipo



   

Ramón Palmeral

      Llega esta Semana Santa con campaña electoral y la tradicional subida del precio de los carburantes como un impuesto indirecto, y directo al bolsillo, como si fuéramos tontos. ¿No cree amigo lector que esta costumbre debería ser investigada por Industria, Comisión Europea u otro Organismo de papeleo burocrático de papel marca Gvarro. Y luego dicen que es que los españoles somos muy latinos y viscerales, pero es que es para cabrearse ¿o no?

     Y este asunto medieval de hacer coincidir la Semana Santa con la luna llena de abril, en una sociedad laica y constitucional debería ser, una fiesta religiosa con calendario fijo, sobre todo por aquellos trabajadores, alumnos, profesores  y maestros que, los pobres míos, no ha descansado desde las vacaciones de Reyes.  Desde esas lejanas fiestas de Melchor, Gaspar y Baltasar, existe una trecha de tres largos meses. ¿No sería mejor la Semana Santa en medio de marzo con San José en medio?, ya que los valenciano de Valencia son menos de Semana Santa y más de fallas.

       Me dice mi viejo amigo de biblioteca Algazel que el primer dato escrito sobre Hermandades y Cofradías alicantinas se remontan a primeros del siglo XVII, y que imagineros de misteriosas y hábiles manos con la gubia afilada en la piedra de agua, esculpieron, por encargo del cielo, figuras de cuerpos semidesnudos y lacerados a la imagen de la Pasión de Cristo, Dolorosas, Sepulcros y Cenas.  Esos imagineros debieron ser impostores ángeles ebanistas más que tallistas de la dulce madera de ciprés (no le ataca la carcoma).  Magos del escoplo y de la gubia como Nicolás Bussy o Salzillo autor del Cristo del Hallazgo, Lastrucci autor de la Virgen de Santa Rendición o un anónimo crucificado.

       No debemos buscar en estos días el folklore o la competitividad entre Hermandades, ni la playa con olor a incienso en el Postiguet de la culona de Margot, ni que se parezca un paso la cabalgata de Reyes o un desfile de Moroso y Cristianos. No seamos hipócritas, todos sabemos que la Semana Santa es un reclamo turístico en toda su amplitud. No debemos mezclar lo religioso con lo turístico, a los hombres de fe con los laicos, agnósticos, los que rematamos el Domingo de Ramos con el Lunes de Mona.    

       Siento cómo mi río interior se hace grande por el ruido de su alegría, a la gula la llevo a raya en la Cuaresma, penitencia sin flagelos hipócritas, oposiciones más que exámenes de conciencia me revelan que soy un pecador incorregible, en mi alma anidan los anhelos de todos los pecados capitales. Seamos sinceros con nosotros mismos y respetemos la tradición de esta santa semana a la que tanto quisieron y respetaron nuestros antepasados.

      La procesión que más atractivo tiene es la  Hermandad de la Santa Cruz: constituida en 1945, realiza su estación de penitencia con cuatro tronos: el Cautivo, la Dolorosa y el Descendimiento de la Cruz, todas obras de Antonio Castillo Lastrucci, y el Cristo de la Fe, conocido como El Gitano, que fue realizado por Luis Ortega Bru.

     Llegó la Semana Santa con una urna bajo el brazo, con dos urnas: la del santo Sepulcro (con todos mis respetos y las urnas de dos elecciones: generales y autonómicas). Pero no me censuren a mí,  amigo míos, que yo no tengo la culpa de este triplete ecléctico entre religión, política y subid de los carburante. Que yo solo soy el mensajero de esta sátira a lo Arniches, nada más, el que escribe llevado por la observación de la realidad cotidiana, urbana y rural.

Qué lejos quedaron aquellos años de su nuestro desamparo dictatorial cuando se cerraban hasta los bares y la carta de ajuste se pasaba una semana en la pantalla de la televisión única y pública,  cumpliendo duelo por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo de hace dos mil años. Lo demás, todo lo queda al juicio inteligente del lector.

Ramón Palmeral
Domingo de Ramos, 14-04-2019

Urnas: Otra vez se abrió el medón de politileno, de cartón o qué se yo




Se abren todas las  campañas electorales con la tradicional y nocturna pegada de carteles con cámaras y doce «fotogenios» detrás, como recordando que en el franquismo era ilegal pegar carteles de propaganda política, y si  te cazaban lo grises te podías pasar unos días entre rejas hasta que unas subrepticia llamada telefónicas al Gobernador Civil, le ordenaba tu puesta en libertad, pero eso sí con antecedentes penales desfavorables.

Iniciada la campaña «eléctrica 28 amperios» vienen los mítines provinciales, o mejor dicho, la continuación del eterno mítines políticos, como un grito de grullas en los cañizales de la Albufereta ¿Qué es el lenguaje político?, pues es sencillamente una forma característica de aquella famosa frase de «puedo prometer y prometo» de Adolfo Suárez, que estaba tan convencido de su lealtad a su palabra dada que en cuento no pudo cumplir sus promesas dimitió tan elegantemente como una cigüeña en la espadaña de un campanario de Ávila. Dimitió por televisión en blanco y negro sin hacer ruido, aunque ya se había llevado el susto de los tricornios de García Lorca el 23 F (febrerito el loco del 81).

El lenguaje políticos es específico dotado de mucho performance y dóberman; es decir, mucho ruido, vistosidad, colorido, sonido y cámaras en cuyos discursos no dicen nada, ni verdadero ni falso, porque es un lenguaje neutro, para no pillarse los dedos con la cancela de hierro del chalet de todos los españoles: «un viñedo en heroico abismo al borde acantilado del Sil».

Por ello, pienso que uno, nosotros, los descalzos votantes no deberíamos votar después de oírles, porque nos inflaman e inflan la cabeza de proyectos (sin obligación de cumplirlos) de promesas políticas en elecciones. Hemos de entender que el lenguaje político es una herramienta dialéctica, que no es más que el resultado de un proceso senatorial que se remonta a los griegos, es decir, una profesión de la retórica más depurada. Nos llevan a una confusión de términos que, si derecha, extrema derecha, centro, centrismo, izquierda o extrema izquierda, que no aclara nada, solo son posiciones, puntos y cardinales. El hostigamiento virulento de ese «enjambre político» de siglas, fotos retocadas y colores vivos, que nos venden como un «bálsamo de Fierabrás, fanfarrón y brabucón», nos embauca sin remedio en Televisión, en la Radio, Prensa, con carteles en las plazas que, los que no se lleva el viento, los arranca el nocturno peatón del botellón.

Todo en esta vida depende  del color del cristal con que se mira. Todos somos víctimas de un acoso polemista creado. Pero si son de izquierdas contra derechas de Vox, sería un teniente general corneta, con todo mis respeto, pues corneta se llaman en el Ejercito a los que son cortos de talla, aunque los tenga bien plantados como le pasaba al corso Napoleón Bonaparte (bueno de padre, he hijo de madre del partido). Si es al contrario, sería el de la Coleta, más un extra de sanchismo pasado por Moncloa. Casado, el discípulo de Suárez,  está dispuesto a recuperar la unidad patria, al prometer, aplicarles a los catalanes, otra vez los cables eléctricos del 155, pero con efectividad, tirando de  BOE.  Por otra parte, tenemos al de la sirga en la Rivera del Volga con un centro Ciudadano que ya pactó con el PSOE, y nadie garantiza que en uno de esos vaivenes de resultados electorales volcánicos,  se decanten por unas siglas u otras, que son como la liga pegajosa  de cazar pájaros.

En definitiva, hemos de ser cautelosos al votar, que ha de ser en conciencia, porque luego los administradores nos van a durar cuatro años. No dejarnos llevar por el calentamiento de un mitin, que son únicamente, eso, palabras de una jerga profesional especializada en la oratoria grecorromana. Otro asunto diferente son las ideas, el fracaso del comunismo de pan para todos, del capitalismo liberal opresor con la clase trabajadora, o del anarquismo libertario que nos retrotraerá a la edad de las hachas de piedra y a las puntas de flechas de sílex.

Advertir, no es amenazar aunque empiecen los dos sustantivos en alfa. La decisión final reside en la sensatez, no en las palabras ni en los palabros que nos llegan al oído como una música sin director de orquesta cambiante. El votante, a la hora de introducir su voto como en un buzón del Destino está solo ante el peligro, pero a la vez, también es responsable de una política de fraccionamiento de la unidad de España, de más paro, desigualdades o menos Europa, que es lo mismo que darle la espalda a un futuro común, pero al fin sin británicos y su «brexit suicida».




Ramón Fernández Palmeral 
14-04-2019