(Caballo de los Luceros. Óleo de Ramón Palmeral, 2025)
La fuente de Luceros en Alicante
En 1928 le llega su primera gran oportunidad, al presentarse a un
concurso público convocado por el Ayuntamiento para elaborar una fuente
monumental en la Plaza de la Independencia. Los políticos de la época
querían crear aquí la primera rotonda urbana de Alicante.
Se presentaron un total de diez propuestas, pero los técnicos
municipales se decantaron por la de Daniel Bañuls. Fue inaugurada
oficialmente el 31 de agosto de 1931 y todavía permanece coronando esta
misma plaza (hoy en día llamada de los Luceros).
Más allá de los ingresos que obtuvo (cobró 39.000 pesetas por este
trabajo), quizás este monumento fue el que hizo que la figura de Daniel
Bañuls se consolidara definitivamente en Alicante. Ya dejó de ser visto
como ‘el hijo de Vicente’ para ganarse un nombre propio.
Estalla la guerra
Así pues, en los siguientes años Daniel recibió encargos de varias
obras urbanas, como un busto del doctor Antonio Rico para el Castillo de
San Fernando y algunas otras que por desgracia hoy ya se encuentran
desaparecidas. En 1935 viajó a París durante una temporada, para seguir
aprendiendo de la mano de algunos artistas francesas e internacionales.
Sin embargo con una carrera tremendamente prometedora por delante,
diversas calamidades ajenas a su voluntad frenaron en seco todo su
apogeo. En 1936 estalló la Guerra Civil, lo cual supuso de facto la
paralización de prácticamente toda la actividad artística habida en
España.
Este mes se cumplen 120 años del nacimiento de Daniel Bañuls
Martínez, uno de los artistas más influyentes que ha tenido Alicante. De
hecho algunas de sus obras escultóricas siguen decorando nuestras
calles a día de hoy. Todo ello a pesar de que nuestro homenajeado
falleció a la temprana edad de 42 años.
De casta le viene al galgo, dado que su padre también fue un gran
escultor. La historia de uno no se entiende sin el otro, por lo que en
este artículo vamos a repasar la vida de ambos prolíficos artistas.
Vicente Bañuls, su padre, fue también un destacado escultor Aracil de segundo apellido, nació en Alicante en 1866, hijo de un cochero alicantino
que conducía carros tirados por caballos a demanda (los taxis de la
época). En contra de los deseos de su padre, el joven no quiso continuar
con el negocio familiar y se matriculó en la academia artística que
regentaba el pintor alcoyano Lorenzo Casanova.
Sus primeros pinitos fueron también en la pintura, pero pronto
comenzó a especializarse en la escultura. Quizás su obra más famosa sea
la estatua dedicada a Eleuterio Maisonnave, que todavía hoy se alza en
el cruce entre dicha avenida y la plaza Calvo Sotelo.
A raíz de aquel trabajo Vicente se convirtió en una suerte de
‘escultor oficial de Alicante’, y el Ayuntamiento le encargó todo tipo
de obras. Algunas todavía están en pie como el monumento a José
Canalejas, ubicado entre el parque y la Explanada, mientras que otras ya
desaparecieron.
Los inicios de Daniel
La vida de Vicente Bañuls está llena de esculturas, pero solo se le
conoce una única mujer de carne y hueso. Ella fue Vicenta Martínez, su
novia de toda la vida con quien se casó y tuvo a sus dos hijos.
El 28 de abril de 1905 nació su primogénito, Daniel. Su gran puesta
en escena para el mundillo del artisteo alicantino no pudo ser más
emotiva, dado que participó en una exposición organizada por el Círculo
de Bellas Artes presentando una escultura realizada conjuntamente con su
padre. Para más señas, se representaron a ellos mismos abrazándose. El
busto de Daniel fue esculpido por Vicente, y viceversa.
Y es que, a diferencia de su progenitor, Daniel contó con todo el
apoyo de su familia para ser artista. Desde niño fue alumno aventajado
en la escuela-taller que regentaba Vicente, donde también se formaron
otros grandes artistas alicantinos como Emilio Varela, Gastón Castelló o
Pérezgil. Cuando creció un poco más pasó varias temporadas en Madrid
para influenciarse de las últimas tendencias que se llevaban a nivel
nacional.
Estalla la guerra civil en julio de 1936
Así pues, en los siguientes años Daniel recibió encargos de varias
obras urbanas, como un busto del doctor Antonio Rico para el Castillo de
San Fernando y algunas otras que por desgracia hoy ya se encuentran
desaparecidas. En 1935 viajó a París durante una temporada, para seguir
aprendiendo de la mano de algunos artistas francesas e internacionales.
Sin embargo con una carrera tremendamente prometedora por delante,
diversas calamidades ajenas a su voluntad frenaron en seco todo su
apogeo. En 1936 estalló la Guerra Civil, lo cual supuso de facto la
paralización de prácticamente toda la actividad artística habida en
España.
Su último gran trabajo fue el monumento de la playa de Aguamarga
Últimos años
Ya en la Posguerra pudo volver a trabajar, y fue en esta época cuando
realizaría su último gran trabajo. El nuevo ayuntamiento franquista le
encargó la creación de un monumento conmemorativo a unos falangistas
que, a principios de la guerra, organizaron un fallido comando para
liberar de la cárcel a José Antonio Primo de Rivera y perecieron en el
intento.
Dicha obra se inauguró frente a la playa de Aguamarga, donde estos
falangistas fueron interceptados por fuerzas del orden leales al
gobierno republicano. A día de hoy todavía permanece aquí, si bien hace
unos años se suprimió la simbología franquista y se cambió su
significado oficial para estar dedicado a todos los caídos durante la
Guerra Civil.
Parecía que la trayectoria de Daniel volvía a resurgir, pero no fue
más que un breve espejismo. En aquella época el artista contrajo una
larga enfermedad, que mermó su actividad y le llevó a la tumba, cuando
tenía una escultura dedicada al dramaturgo alicantino Carlos Arniches
todavía a medio hacer.
Breve trayectoria, gran legado
En su corta vida Daniel Bañuls dejó dos de las obras más monumentales
que todavía a día de hoy decoran la ciudad. Especialmente la fuente de
Luceros se ha acabado convirtiendo en uno de los grandes símbolos
emblemáticos de Alicante.
Desde aquí dedicamos nuestro recuerdo a este tan prolífico artista
que, en tan poco tiempo, bien consiguió dejar su impronta en su ciudad
natal.