Una provincia en estado de alerta. Empresarios, expertos económicos e
ingenieros coinciden, según sendos informes presentados por el
Instituto de Estudios Económicos de Alicante -Ineca- y por el Colegio de
Ingenieros de Caminos, en que Alicante necesita un
fuerte impulso de capital en
personal cualificado, así como en
infraestructuras,
para salir de la atonía económica en la que entró en el segundo
semestre del pasado año, y que puede pasarle factura en este, si la
Administración no pone los medios económicos y humanos necesarios.
El
Informe de Coyuntura Socioeconómica
de la Provincia de Alicante que habitualmente elabora Ineca, en este
caso correspondiente al tercer trimestre de 2019, refleja la
desaceleración de la economía provincial con el sector turístico, el
inmobiliario y la exportación como principales áreas productivas más
afectadas por esta ralentización, apreciando un importante aumento de la
importación de productos pertenecientes a las industrias tradicionales
de la provincia como el calzado, según Ineca. Si estas variables las
unimos al estancamiento en la creación de nuevas empresas y el aumento
de la disolución de sociedades, el panorama permite hablar de
«estancamiento» en el penúltimo trimestre de 2019.
Mientras los ingenieros de caminos reclaman una
inversión de 2.100 millones
de euros en los próximos diez años, por su parte, Francisco Llopis,
director de Estudios de Ineca, ha subrayado que haría falta incorporar
3.000 empleados públicos
(72 millones de euros en nóminas al año), para funcionar acorde con el
peso poblacional de la provincia, que representa casi el 36% en el
ámbito de la Comunidad Valenciana. Entre ellos, médicos de familia;
pediatras; enfermeros; empleados de residencias de la tercera edad;
profesores; personal de Justicia, además de funcionarios de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad. Según Ineca, en el tercer trimestre del pasado
año se detectó una desaceleración en el sector inmobiliario y una
congelación de las pernoctaciones hoteleras, pese a que llegaron más
turistas.
Infraestructuras
El
informe del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en la
Comunidad Valenciana advierte de que el Gobierno y el Consell deben
invertir en los próximos diez años un total de 2.100 millones de euros
para la mejora de las infraestructuras, repartidos en 170 millones para
los aeropuertos; 790 en carreteras; 420 en ciclos del agua; 435 en
ferrocarriles; 235 en puertos y 108 en transporte público urbano. En
cuanto a las necesidades concretas de la provincia de Alicante, los
ingenieros exigían la mejora urgente de la red de Cercanías
Alicante-Elche, el Tren de la Costa y la conexión ferroviaria rápida con
el aeropuerto y con Benidorm.
En
el apartado de las carreteras, figuran como proyectos prioritarios la
Vía Parque Alicante-Santa Pola y la remodelación de la A-7 con Murcia, y
en materia hídrica, aumentar la capacidad de las depuradoras de
Villena, Orihuela y Rojales y terminar las obras del postrasvase
Júcar-Vinalopó. La petición llega en un momento en que el Gobierno debe
comenzar a elaborar los Presupuestos de este año, los primeros de Pedro
Sánchez, y al Ejecutivo se le acumulan las asignaturas pendientes en una
provincia que sí ha visto en los últimos meses el positivo tirón que
han experimentado las obras para mejorar los accesos viarios al
aeropuerto de Alicante-Elche.
La
reivindicación, ahora de los ingenieros, se suma a la que en la
primavera de 2019 exigieron en un informe conjunto la Cámara de Comercio
de Alicante y la patronal CEV. Según este estudio, en los últimos diez
años el Ministerio de Fomento habría dejado de invertir
2.594 millones, de los que 549 millones correspondían al periodo 2015-2019.
Prácticamente
no se ha vuelto a invertir un euro en carreteras y ferrocarril
(excepción la llegada del AVE a Elche) desde que el tren de alta
velocidad entró en la estación de Alicante en junio de 2013. Entre la
peticiones más urgentes figuran la conexión con el aeropuerto por tren
con la capital y Elche; la construcción de un tercer carril en la
autovía A-7 entre Orihuela; y el túnel de Sant Joan en la A-3, entre
Elda y Monforte del Cid; el Tren de la Costa, y que la N-338 (accesos al
aeropuerto), cuyas obras avanzan con rapidez, cuente también con
enlaces viarios directos a la Institución Ferial Alicantina (
IFA),
algo que ya se está haciendo, así como prolongar el TRAM hasta la Plaza
Triangular de Benidorm y el Hospital de San Vicente (Línea 2).
Por otro lado, el senador Carles Mulet, denunció ayer la presunta intención del Gobierno de revisar el modelo de
peajes de
la red viaria de alta capacidad encaminado a garantizar la
sostenibilidad y el uso eficiente. Esta es la respuesta del Gobierno a
la pregunta del senador de Compromís Carles Mulet, en la que se
interesaba por el cobro de peajes blandos en las autovías. El Gobierno
abunda, según Mulet, en su respuesta en que, el Ministerio de
Transportes ha manifestado en reiteradas ocasiones la necesidad de que
se lleve a cabo una reflexión profunda y consensuada del sistema de
financiación de las infraestructuras. Mulet ha pedido al Gobierno que
aclare su postura de forma taxativa y descarte peajes blandos en la
AP-7, o desautorice a quien responde las preguntas parlamentarias pues,
en ocasiones, llegan a ser incluso contradictorias.
Nueva discriminación
Pero
a este amplio listado de demandas de inversiones en infraestructuras y
el problema de la infrafinanciación que arrastra la provincia, se suma,
ahora, una nueva discriminación sobre la asignación de personal público
en la provincia, teniendo en cuenta su peso poblacional en la Comunidad,
según advierte el estudio de Ineca. «No solo se necesita una
financiación justa, sino también la dotación de trabajadores públicos
acordes con el nivel de población de Alicante», subrayaba Francisco
Llopis, director de Estudios de Ineca.
Faltan funcionarios en las residencias de tercera edad y en educación
Ineca
alerta de que el déficit de trabajadores públicos supone la pérdida de
riqueza, al dejarse de ingresar 72 millones en salarios
El
Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) ha elaborado un
microinforme en el que refleja que en la provincia se necesitarían
actualmente 3.000 empleados públicos más, atendiendo a su peso
poblacional en la Comunidad, que se acercaría al 36%, según informó el
director de Estudios de Ineca, Francisco Llopis. Fundamentalmente, esta
carencia se hace más evidente en las áreas de residencias de tercera
edad, donde faltarían unos 1.300 empleados públicos, seguida de la
educación, que registraría un desfase de 1.100 trabajadores. En menor
medida, el estudio del «lobby» empresarial alicantino estima la falta de
205 funcionarios en la sanidad, así como de 35 en la Justicia y de 400
en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Así, faltarían médicos de
familia, pediatras, enfermeros, profesores de enseñanza no universitaria
o personal de Justicia, entre otros.
El
desajuste en la dotación de personal público en la provincia por su
peso poblacional lo viene sufriendo Alicante en la última década,
periodo en el que el mayor desfase se registró en el año 2012, cuando
«la divergencia superaría las 4.400 personas», señala el estudio.
Según
las estadísticas de 2018, la provincia cuenta con más de 1,8 millones
de habitantes, mientras que el número de funcionarios ascendía el pasado
mes de enero a 78.665, de los que 41.789 se corresponden con la
Administración autonómica; 9.531 con la Administración del Estado; y más
de 6.100, con personal público de las universidades. Fuera del ámbito
autonómico, 21.211 empleados trabajarían en los distintos ayuntamientos
alicantinos. Desde Ineca se advierte de que el déficit en la dotación de
personal público en Alicante tiene una consecuencia importante a nivel
económico: la pérdida de riqueza global que generarían estos empleados,
muchos de ellos personal cualificado, «ya que se dejan de ingresar unos
salarios que representan una cantidad importante», según Ineca, y que
Francisco Llopis cuantifica en unos 72 millones de euros dejados de
percibir en concepto de salarios, «sin contar con el efecto indirecto
que estos originan en el entorno en el que se establecen estos
trabajadores», añadía. Para el representante del «lobby» empresarial, no
solo se pierde empleabilidad en Alicante, «por los muchos
universitarios que se están formando y que se tienen que ir fuera, sino
que al haber menos personal público, también se pierden los servicios
que prestarían al ciudadano. Parece que todo son trabas para mejorar la
situación económica de la provincia», lamentaba Llopis.
Del tercer carril para la circunvalación de Alicante y la A-7, al tren con el aeropuerto
Fomento -hoy Transportes- sometió en 2018 el anteproyecto a Medio Ambiente pero sigue sin concretarse si habrá licitación
En
materia viaria, se considera básico contar con un tercer carril en la
A-70 entre Elche y el túnel de Sant Joan con un paso inferior en la
rotonda de la
Universidad de Alicante.
Para desahogar la circunvalación de Alicante se apuesta también por
eliminar definitivamente el peaje en la ronda de pago entre El Campello y
Monforte del Cid, como sucede desde el pasado 1 de enero con la Ap-7.
Otra las obras que no puede soportar más retrasos es la construcción de
un tercer carril en cada sentido en la autovía A-31 que conecta Alicante
con Elda y, en concreto, en el tramo Elda-Monforte para reducir el
colapso del tráfico y mejorar la seguridad vial. El coste estimado de
este proyecto alcanza los 162 millones de euros.
En
la Vega Baja, se debiera duplicarse la carretera CV-95, que conecta
Orihuela con Torrevieja para incrementar su capacidad, reducir los
tiempos de recorrido y aumentar la seguridad vial. Y también duplicar
los carriles en la variante de Torrevieja como ronda de la ciudad de la
N-332.
Otra de las
infraestructuras que los empresarios consideran estratégica es
el Corredor Mediterráneo con la mejora del acceso ferroviario al
Puerto de Alicante.
Es necesario electrificar la línea y la construcción de apartaderos
(aparcamientos) para trenes de 750 metros de longitud como el que ya
está previsto en el Medio Vinalopó y por el que pugnan Elda y Novelda.
Primero con un tercer carril y en el futuro con plataforma completa de
ancho internacional.Se necesita también un intercambiador ferroviario de
mercancías en San Isidro, un segundo en el área funcional de
Alicante-Elche (zona norte) y un tercero para las mercancías de Villena
sin descartar una Zona Logística.
Aeropuerto
Una
vez superado el susto que supuso el incendio que calcinó entre 1.200 y
1.300 metros cuadrados en la cubierta de la terminal a mediados del
pasado mes de enero, sigue sin conocerse el resultado del estudio para
determinar si al final habrá tren y eso que el Ministerio de Fomento
remitió ya en el verano de 2018 a la Dirección General de Evaluación
Ambiental el proyecto con el que pretende conectar el
aeropuerto de Alicante-Elche
con la estación del AVE de Alicante en una primera fase y un coste de
unos 85 millones de euros, la mitad del presupuesto de la primitiva
variante de Torrellano, que se descartó en 2010, cuando la crisis
económica era ya un hecho. La intención es construir un ramal de la
línea de cercanías en el entorno de polígono de Agua Amarga, donde el
tren girará por una vía de unos 1.200 metros de longitud para llegar
soterrado a la terminal, donde ya existe el hueco. El aeropuerto espera
esta infraestructura desde hace casi 20 años, cuando en 2000 superó la
barrera de los seis millones de pasajeros al año, cifra a partir de la
cual la UE considera que los aeródromos deben tener conexión con el
tren.
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