Los periodistas son lebreles en busca de la verdad, evoca la imagen de los
periodistas diligentes, valientes y comprometidos por descubrir la verdad detrás de los corruptos, prevaricadores y delincuentes. Un símil, no ofensivo sino fotográfico e icónico. Pero, son mal tratados como una especie de virus con el que hay que vacunarse.
El día que el mundo sea perfecto en una situación utópica en la que no haya conflictos, injusticias ni corrupción, o sea, en un escenario ideal, el periodismo tal como lo conocemos hoy perdería su razón de ser, y desaparecerá el virus, es decir, si no hubiera problemas por resolver ni verdades que descubrir, el periodismo tradicional y de investigación desaparecería.
En una humanidad ideal de franciscanos, con desapego material y servicio desinteresado a los demás, valores que podrían llevar a una sociedad más justa y equitativa, con los gobiernos ideales, actuando con total transparencia, justicia y honestidad, sin abusos de poder ni corrupción, ni tráfico de influencias, será la muerte de la prensa, del press de combate y del periodista de guerra y conflictos, no existirían por propia lógica.
En este contexto perfecto, planteo que el periodismo (que no es miembro de una corporación
sino individual y de libre albedrío y conciencia) tiene como obligación
fundamental fiscalizar al poder, ya sea gubernamental, sindical o de cualquier
otra índole, su rol es denunciar a las
autoridades responsables, y exponer la verdad tras una investigación y
comprobación. El periodista es responsable solamente ante la Justicia, no antes su redactor.
El periodista es una especie de Don Quijote deshaciendo entuertos y defendiendo a los débiles, al hombre de a pie. Es decir, una de las profesiones más bonitas y liberales de mundo, que, no obstante, se hallan maltratados y apedreados y vilipendiados en las ventas de La Mancha o grupos de comunicación donde trabajan a destajo, y a veces, con la espada de Damocles encima y con el despido en la macuto.
Por consiguiente, mientras exista el poder corrupto, desleal, incumpliendo su programa electoral, árbitros que se equivocan a conciencia, habrá una necesidad continua de periodismo “maltratado” para mantenerlos en jaque y exigir o garantizar la transparencia y la rendición de cuentas a la sociedad y a sus lectores, a través de todos los medios posibles de comunicación: impreso, digital, televisivos, wassapp, videos o lo que la inteligencia permita.
Ramón Palmeral (Administrador de Nuevo Impulso.net)
Alicante, 6 de mayo de 2024