(Frigiliana (Málaga) con el escudo de los
Dª Vicenta de Solís y Lasso de la Vega)
Transformación del pueblo de Frigiliana en cincuenta
años
Ramón Fernández Palmeral/revista Meer (de 20 de mayo de 2025)
En las últimas cinco décadas, Frigiliana, un pequeño pueblo interior y turístico de la Axarquía
en la provincia de Málaga de unos 40,5 kilómetros cuadrados y unos tres mil
trescientos habitantes (unos 1,000 son extranjeros residentes), ha
experimentado una transformación radical que ilustra de manera clara los
efectos del cambio económico y social en las zonas rurales. Actualmente en 2018
fue declarado por la Junta de Andalucía Municipio Turístico de menos de 5.000 habitantes. Lo que antes era una sociedad agrícola y ganadera, donde los burros eran
el principal medio de transporte y la vida giraba en torno a la tierra cultivo
de pasas y aceite de oliva, hoy es un próspero destino turístico conocido por
su belleza pintoresca que conserva su casco antiguo morisco como un atractivo
y su capacidad para atraer a visitantes de todo el mundo. Sin embargo,
esta transformación ha venido acompañada de un alto costo: la pérdida de
identidad cultural y el encarecimiento de la vivienda, lo que ha tenido
profundas implicaciones para sus habitantes.
De burros a parques temático
Frigiliana, al igual que muchos otros pueblos en la
costa de Andalucía, se caracterizaba hace cincuenta años por una economía
centrada en la agricultura y la ganadería caprina. La evolución socio-económica
ha sido feroz. Los campos de olivos, viñedos y almendros dominaban el paisaje,
y la vida transcurría con un ritmo marcado por las estaciones, las cosechas y
el calendario religioso. Las familias dependían de su trabajo en la tierra, y
los burros y mulos no solo eran un medio de transporte, sino un símbolo de la
vida rural tradicional.
Con el paso del tiempo, y especialmente desde la
década de 1970, la economía de Frigiliana comenzó a cambiar. El auge del
turismo en la Costa del Sol, impulsado por el clima mediterráneo, las playas y
el atractivo cultural de la región, trajo consigo una afluencia de turistas europeos y extranjeros,
muchos de los cuales se enamoraron del encanto de los pueblos blancos de la
Axarquía, como Frigiliana, Cómpeta, Nerja, Torrox etc... Este aumento del
turismo transformó rápidamente la economía local, desplazando la agricultura y
la ganadería como principales actividades económicas y convirtiéndose con
constructores de apartamentos como albañiles y fontaneros, adorando el becerro
de oro del turismo como el nuevo motor de desarrollo.
La llegada del turismo trajo consigo mejoras en la
infraestructura, restauración de edificios históricos y una serie de
inversiones que elevaron la calidad de vida de los habitantes locales. El
pueblo comenzó a ser conocido no solo por su historia y arquitectura morisca,
sino también como un parque temático vivo con un centenar de bares,
restaurantes y pubs, donde se celebran festivales tradicionales de las tres
culturas: cristiana, morisca y judía, y se recrean tradiciones antiguas para el
disfrute de los visitantes como la batalla del Fuerte de Frigiliana de 1569.
Pero esto también tiene su coste, que es el elevado precio de la vivienda, y la
mono-industria: turismo. Ya no se cultivan los campos porque no es rentable. Ha
desaparecido el antiguo molino de aceite o almazara, no se cultiva la uva
moscatel ni las pasas, ni uvas para el vino dulce del terreno. ¿Hasta cuándo?
Encarecimiento de la vivienda y cambio demográfico
El atractivo de Frigiliana
(pagina web del ayuntamiento) no solo atrajo
a turistas temporales, sino que también incentivó la compra de propiedades por
parte de extranjeros que buscaban una residencia permanente o de vacaciones en
un entorno idílico por clima y paisaje. Esta demanda de viviendas, junto con la
limitada oferta debido a las características geográficas y la conservación del
patrimonio histórico, ha provocado un fuerte encarecimiento de los precios de
la vivienda en el pueblo.
Este fenómeno ha tenido varias consecuencias. Por un
lado, muchos habitantes locales vieron en la venta de sus propiedades una
oportunidad económica, vendiendo sus tierras y casas a precios elevados, lo que
en muchos casos les permitió mejorar su situación financiera del momento pero
no la prosperidad del futuro de sus hijos. Sin embargo, por otro lado, el
encarecimiento de la vivienda ha dificultado el acceso a la propiedad para los
jóvenes y las familias locales, obligándolos a mudarse a otras áreas más
asequibles.
Además, el cambio demográfico ha sido notable. Hoy en
día, se estima que alrededor del cincuenta por ciento de los habitantes de
Frigiliana son extranjeros, en su mayoría procedentes de países del norte de
Europa. Esta presencia extranjera ha cambiado la dinámica social y cultural del
pueblo, introduciendo nuevas costumbres y lenguas, y generando una mezcla
cultural que, si bien enriquece en algunos aspectos, también ha diluido las
tradiciones y la identidad local. A largo plazo acarrea problemas de seguridad,
inmigrantes incontrolados y diversidad potencialmente peligrosa por
contaminación de costumbres y tradiciones.
Muchos
vecinos se quejan de la invasión casi total de la vía pública por parte de
bares y restaurantes, como la plaza de la Iglesia de San Antonio. El
ayuntamiento y sus concejalías de Turismo, Cultura y Fiestas no saben qué hacer para atraer más
turistas y dar permisos a más restauración que son los que pagan impuestos.
¿Repercuten los impuestos en los vecinos?
La pérdida de la identidad
Si bien la transformación de Frigiliana ha traído
consigo mejoras evidentes en la calidad de vida de muchos de sus habitantes
(aunque siempre habrá ricos y pobres), como mejores servicios, infraestructura
y oportunidades económicas, también ha generado una pérdida significativa de su
identidad cultural y como he dicho contaminación de costumbres. Las
tradiciones, las costumbres y la vida comunitaria que definieron a Frigiliana
durante siglos han quedado en gran parte relegadas o transformadas en
espectáculos para los turistas. Pero sin duda alguna los que hay
que insistir es no olivar la historia, recrearla y estudiarla con seminarios y
congresos.
El nombre del progreso ha sido utilizado para
justificar este cambio en toda España, pero plantea preguntas difíciles sobre
lo que realmente se ha ganado y lo que se ha perdido en el proceso y el futuro
de cuando España ya no sea nuestra. La identidad de Frigiliana, una vez
profundamente enraizada en su vida rural y en su herencia cultural, ha sido en
gran parte sacrificada en favor de una economía basada en el turismo y el
mercado inmobiliario. ¿Y después qué?
Este fenómeno no es exclusivo de Frigiliana, sino que
refleja una tendencia más amplia en muchas áreas rurales de España y otros
países, donde el desarrollo económico impulsado por el turismo como Portugal,
Italia y Grecia… a menudo va acompañado de la pérdida de autenticidad cultural
y de cambios profundos en la estructura social. Saturación de turistas que
revierte en incomodidades y pérdida de espacio y libertades de movimiento,
molestias, inseguridad y subidas de impuestos municipales. Cuando las ciudades
o pueblos se saturan de turistas, sus habitantes dejan de ser grandes
anfitriones, pierden el sentido de la hospitalidad y la amabilidad, y, sin
duda se convierten un huraños vecinos a los que le molesta todo, y cierran las puertas de su casa, en Frigiliana llegan tanto autobuses con turistas
extranjeros y nacionales, y se dan casos en que entrar en las casas particulares para hacer uso
de los cuartos de baño, porque no se ha previsto una la colocación de letrinas en puntos de confluencia y los bares
y restaurante exigen una consumición porque no ganan para pagar la factura del
agua de aseos. Y por otra lado la seguridad: Detenidos dos ladrones extranjeros de casas rurales.
Conclusión
El caso de Frigiliana es un ejemplo elocuente de cómo
el progreso y la modernización pueden transformar profundamente a una
comunidad. Mientras que la mejora en la calidad de vida es innegable, el precio
a pagar ha sido alto en términos de identidad cultural, cohesión social y
saturación del espacio público y escasez del parque inmobiliario. A veces, hay
pueblos de la Costa del Sol que se mueren de éxito turístico, dan mucho
trabajo, pero es una industria de temporadas.
La historia de Frigiliana invita a reflexionar sobre
la necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la
preservación de la identidad cultural, para que las futuras generaciones puedan
disfrutar no solo de las oportunidades económicas, sino también de un legado
inmobiliario (rústico-urbano) y cultural auténtico y significativo. Porque cuando se llega la saturación de visitantes y
turistas todo son inconveniente e incomodidades para los oriundo y vecinos locales.
Notas
biográficas
Fernández Palmeral, Ramón, Reseña histórica de la villa de
Frigiliana, Amazon, 2016
12
azulejos de la historia de Frigiliana (Málaga)
Los
problemas del turismo en Andalucía. Vecinos y turismo.
(Frigiliana un paraíso en venta)