ARTICULOS DE OPINION


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domingo, 14 de abril de 2024

"El duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil" , por Ramón Fernández Palmeral

 


El duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil

 

“Un noble al frente de la Guardia Civil”


 

Ramón Fernández Palmeral/en los 180 años de la fundación de la Guardia Civil

 

 

Introducción

Siguiendo mi artículo sobre los “180 años de la fundación de la Guardia Civil” en la revista Meer, publicado el 20 de marzo actual, considero oportuno ofrecer una breve reseña biográfica del II duque de Ahumada y V marqués de las Amarillas, un noble encargado de organizar el nacimiento de la Guardia Civil en abril de 1844, con objeto de complementar este ciclo conmemorativo de sus 180 años.

Como nuestro país, después de salir de una guerra civil carlista de siete años, carecía de total seguridad en las vías de comunicación asaltadas por bandidos, e incertidumbre en la vida rural y los campos, se impuso la necesidad preponderante de crear un Cuerpo armado de seguridad pública, no dependiente del ejercito sino de la autoridad gubernativa. Se eligió el nombre de guardias, ante el descrédito de nombres anteriores como celadores, gendarmes, milicias, miñones, mozos etc. Se eligió uno completamente nuevo como  de Guardia Civil se ha asigna a la reina Isabel II que no comprendía muy bien: “¿cómo una guardias armadas podían estar al servicio y bajo la obediencia de los poderes civiles?, pues de ser así ella, las llamaréis Guardias Civiles”.

 La nueva institución fundada por el duque de Ahumada, recibió el beneplácito del gobierno, debido a su innovador enfoque de propiedad compartida, es decir,  uniformes y caballos “eran propiedad de sus miembros”  lo que redujo significativamente los costes al Estado. Este sistema de autoabastecimiento  implicaba descuentos en los haberes mensuales  de los nuevos guardias y oficiales, muchos de ellos procedían del ejército tras haber participado en la primera guerra carlista (1833-1840). Este método de descuentos se registraba en una libreta llamada "Vestuario y Masita", práctica que perduró en la Guardia Civil hasta el siglo XX, hasta 1989. Sí, ciertamente, los guardias se pagaban  sus uniformes desde el famoso tricornio hasta correajes y botas.

El duque de Ahumada, además de fundar la Guardia Civil, organizó el Cuerpo Alabarderos como guardia pretoriana  de la reina Isabel II, (como se ha visto en dibujos de la época y en el regicidio del cura Merino en 1852). Su primer servicio destacado de la Guardia Civil lo llevó a cabo cuando tuvo el honor de escoltar el cortejo de la reina desde el Palacio Real hasta las Cortes en la Carrera de San Jerónimo el 10 de octubre de 1844, cuando la reina cumplía 14 años y se constituían las Cortes Generales, aunque un año antes, con 13 años, ya había sido declarada mayor de edad.  

Desde 1844, la Guardia Civil ha estado a cargo de la custodia, vigilancia y seguridad de la Casa Real, a través de la hoy Unidad Especial de Seguridad de la Casa de S.M. El Rey (UESCAR), con la excepción de los períodos de la Segunda República y la dictadura del general Francisco Franco, durante los cuales no hubo un rey como Jefe del Estado. Esta unidad fue regulada mediante el Real Decreto 310/1979.

Datos biográficos del duque de Ahumada:

Francisco Javier Girón y Ezpeleta de las Casas y Enrile, nació en Pamplona (Navarra) el 11 de marzo de 1803 y falleció en Madrid a los 66 años el 18 de diciembre de 1869, a causa de un ictus cerebral. Estaba viudo desde hacía 10 años. Era hijo único del  I duque de Ahumada, el general Pedro Agustín Girón de las Casas, IV marqués de las Amarillas, descendiente de Pedro Manuel Moctezuma y la Cueva de Torres. La madre fue Concepción Ezpeleta Enrile, pertenecía a la nobleza de Navarra y era hija del general José Manuel de Ezpeleta y Galdeano, virrey de Navarra y I conde de Ezpeleta de Beire.

Por lo comentado Francisco Javier  descendía de una familia con raíces en la nobleza mexicana y española, con una destacada tradición militar y política. El 15 de junio de 1815, su padre solicitó a Fernando VII, que su hijo de doce años fuese nombrado capitán del Regimiento de Milicias Provincial de Sevilla, como era de costumbre, la petición fue atendida en el acto por los mérito militares de su madre que ostentaba la Gran Cruz de San Fernando ganada en la guerra contra los franceses.  El joven imberbe hizo alardes de montar muy bien a caballo, demostrando gran entusiasmo con los hombres que había de estar a sus órdenes.

 

El pronunciamiento Riego en 1820 se hallaba Francisco Javier en Villamartín (Cádiz) en la fincas de su padre destinado en Sevilla, y, poco después, ya con el empleo de capitán, participa en las acciones del castillo de Torregorda en los sucesos de Cádiz. Su apoyo a la monarquía absolutista de Fernando VII le supuso, junto con su padre, un corto exilio en Gibraltar durante el llamado “Trienio Liberal” y regresó a la Corte con la restauración de Fernando VII tras el triunfo de los cien mi hijos de San Luis. En 1829 es ascendido al empleo de teniente coronel siendo destinado a Sevilla, tierra de su mujer.

En 1831 alcanza el grado de coronel dicho ascenso coincide con el de su padre a capitán general, y en 1834 se le impone la faja de brigadier. Es decir, en 1844 era el hombre adecuado y “estaba en el sitio adecuado”, y además era el hombre de confianza de Narváez.

Contrajo matrimonio el 29 de enero de 1834 en el Real Sitio de Aranjuez con doña Nicolasa de Aragón Arias de Saavedra, natural de Utrera, hija de un propietario de tierras con residencia en Sevilla, con la que  tuvo nueve hijos. Don Pedro Agustín, padre, había recibió el título de I duque de Ahumada en 1835, otorgado por Isabel II como recompensa a sus servicios como  ministro de la Guerra, ya la vez cedió a su hijo el de V marqués de la Amarillas. Eligió el nombre de duque de Ahumada en agradecimiento a un antepasado suyo Agustín Ahumada y Villalón, virrey de Nueva España (México) y II marqués de las Amarillas.

En esta posición privilegiada, Francisco Javier tuvo la oportunidad de trabajar en el proyecto de la Legión de Salvaguardas Nacionales, un cuerpo de seguridad nacional inspirado en la Gendarmería francesa. Un proyecto que  inquiría devolver la tranquilidad a los caminos y pueblos de España, especialmente en áreas de Andalucía, donde el bandolerismo y el contrabando desde Gibraltar eran problemas frecuentes, y donde, parece ser que  el marqués de las Amarillas poseía algunas propiedades.

Fue en este momento de  liberalismo monárquico bajo las órdenes del general Narváez, nuevo presidente del Consejo de Ministros, un hecho  determinante para el futuro de su carrera. Estaba vinculado, al igual que el general Ramón María Narváez conocido también como El Espadón de Loja, fue uno de los políticos  más influyentes durante el reinado de Isabel II junto al general Baldomero Espartero, príncipe de Vergara, recibido el encargo de organizar un ejército de reserva en Andalucía con el objetivo de acabar con las partidas carlistas que resistían al sur de Madrid, y que en el paso de  Despeñaperros impedían la libre circulación de diligencias hacia Andalucía, más el bandolerismo enquistado tras la Guerra de Independencia.

 

Primera guerra carlista

Francisco Javier participó en la primera guerra  carlista (1833-1840), entre otros frentes estuvo en Ronda a las órdenes del general Narváez. Al finalizada la guerra se le reconocen sus méritos en campaña y lealtad a la reina Isabel II con el ascenso a mariscal de campo y el nombramiento de inspector general militar y destinado a Cataluña, destino que desempeñaba cuando fue llamado para la organización de la Guardia Civil.

El pacto conocido como el "Abrazo de Vergara", firmado en Oñate (Guipúzcoa) en agosto de 1839 entre el general Baldomero Espartero y el general carlista Maroto, había marcado el fin de la primera guerra carlista en el norte de España. Tras el exilio voluntario de María Cristina de Borbón a Francia, que había pretendido  un matrimonio entre su hija Isabel y el hijo de su cuñado Carlos María Isidro de Bordón,  quedó frustrado, el general Espartero fue elegido por las Cortes como regente único del Reino en marzo de 1841. Sin embargo, después del bombardeo de Barcelona en diciembre de 1842 por parte de la artillería de general Van Halen, con cientos de muertos,  y antes la hostilidad de las Cortes por tal bombardeo, llevó a Espartero a disolverlas, al año siguiente. Narváez y Serrano lideraron un pronunciamiento conjunto de militares moderados y progresistas, forzando a Espartero a marchar al exilio en Inglaterra por cinco años.

María Cristina regresaría a Madrid el 22 de marzo de 1844 por la puerta de Atocha.

 

Los decretos fundacionales de 28 de marzo y 13 de mayo

Tras el fallecimiento del I duque de Ahumada, don Pedro Agustín Girón, el 14 de mayo de 1842, su hijo heredó el título y se convirtió en el II duque de Ahumada, sumándose al ya ostentado título de V marqués de las Amarillas. Esta nueva posición aristocrática le facultó para desempeñar funciones de confianza en la Secretaría de Guerra durante el gobierno del VII conde de Toreno. Junto al general Ramón María Narváez, emergió como el principal responsable de la seguridad de la Casa Real. Los años 1843 y 1844 marcaron un punto crucial en su carrera militar; su lealtad hacia Narváez, quien presidía el gobierno desde el 3 de mayo, y sus habilidades organizativas lo llevaron a ser seleccionado para dos misiones fundamentales: la protección de la Casa Real y la creación de la Guardia Civil. Como solía decir su padre, "es necesario estar en el lugar adecuado en el momento oportuno", y Ahumada se encontraba en Madrid, junto a Narváez.

La Memoria redactada por el duque de Ahumada tras completar su primera misión lo destacó ante los ojos del general Narváez como un individuo de ideas extraordinariamente claras, una voluntad firme, lealtad probada y una capacidad organizativa insólita, así como una notable capacidad de trabajo. Estas cualidades lo llevaron a ser elegido para liderar una de las creaciones gubernamentales más apreciadas por Narváez: la formación de un cuerpo de seguridad nacional profesional, sólido y duradero. Este respaldo unánime entre los liberales culminó en la emisión de dos decretos fundamentales: el decreto fundacional de la Guardia Civil, firmado el 28 de marzo y el 13 de mayo, ambos promulgados en el Palacio Real en 1844.

Siglo XIX  una España en declive

Por un lado, las secuelas dejadas por la Guerra de la Independencia, las guerras de emancipación o independencia de las colonias de Ultramar, las guerras carlista, junto con el atraso de no incorporan a la nación en la revolución industrial, la religión católica llevada a la máxima expresión del concilio de Trento y la Contrarreforma,  los efectos sociales de la desamortización de Mendizábal para atesorar la arcas Estado, habían dejado a España atrasada y empobrecida, destruida y agotada de fondos, conllevando  la delincuencia y bandidaje a pueblos, caminos, prófugos de la justicia y desertores de los ejércitos. Por otro lado, la escasez de recursos en las arcas del Estado dificultaba el reclutamiento para el nuevo Cuerpo, siendo Ahumada consciente de uno y otros problemas, pero su convicción, experiencia y conocimiento de la seguridad pública lo convertían en la persona idónea para esta retadora tarea, inventado nuevos procedimientos de préstamos del Estado adelantara a los nuevos guardias material y uniformes, y requiriendo a los ayuntamientos la habilitación de casas-cuarteles.

 

La tarea de Organizar la Guardia Civil

La tarea de organizar la Guardia Civil, encomendada a Ahumada,  primero por Luis González Bravo y luego por Narváez, no fue fácil debido a la falta de fondos suficientes en la Hacienda pública. Fue entonces cuando Ahumada ideó una solución innovadora: adelantar y proporcionar uniformes, equipo y caballos a cuenta de sus salarios mensuales, creando así un cuerpo de élite: caballería e infantería que contaba con tres tipos de uniformes: de servicio, de media gala y de gran gala. Este método de pagarse los guardias los uniformes se mantuvo hasta 1989. Inicialmente, los uniformes eran azules y pantalones blancos, pero más tarde, durante el reinado de Alfonso XII, se adoptó el verde oliva. Los oficiales provenían del Ejército y el propio Ahumada se encargó de seleccionar a los primeros reclutas personalmente.

 En el verano de 1844 se inició el reclutamiento de los primeros aspirantes, muy superiores en número a las plazas ofertadas, en lo que fue una muy rigurosa selección que había de complementarse con una instrucción de los nuevos guardias en las instalaciones del Ejército de Madrid, en Leganés y Vicálvaro. Inicialmente estuvo compuesto por 14 Tercios, 9 Compañías de caballería y 34 de infantería, con 14 jefes, 232 oficiales y 5,769 guardias. Los Tercios eran unidades selectas del Ejército durante el Imperio español, con una larga tradición en la historia militar española, como los famosos Tercios de Italia y de Flandes. Una de sus prioridades era proporcionar protección y escolta a la Casa Real en la persona de Isabel II, por peligro de atentado, como el sufrido en 1852 por el cura Merino.

Paulatinamente se fueron creando Puestos, Líneas, Compañías,  Comandancias y Tercios por la geografía española con la denominación de Casas-Cuarteles, ya que son establecimientos donde reside el guardia junto con su familia con objeto de integrar a la Guardia Civil con la población civil, por ello, no hablamos de un Cuerpo de Ejército más, introducidos en sus cuartele, sino de una policía de seguridad civil. Durante el siglo XIX y vista la eficacia de este Cuerpo, las Cortes decidieron desplegarlos también por sus dominios de Ultramar.

Apenas Ahumada  recibió la noticia de su nombramiento como Inspector General del nuevo Cuerpo, se rodeó de un grupo de fieles colaboradores, los tenientes coroneles León Palacios y Carlos Purgoldt. En abril de 1844, envió un texto inicial a los ministerios de Estado y de Guerra proponiendo las bases inherentes para la formación de las primeras unidades de Guardia Civil, bases que reflejaban su claridad de ideas y su visión para la nueva Institución. El 9 de octubre de 1844 se aprobaba el Reglamento para el servicio de la Guardia civil estableciendo las obligaciones y facultades de la Guardia Civil , y comenzó una incesante labor organizativa y legislativa interna como la  Cartilla del Guardia Civil de 1845, una especie doctrina p código basado en los  7 principios del samurái: “integridad, respeto, valor, honor, compasión, honestidad y lealtad”.

En calidad de representante de la facción más inclinada hacia lo militar dentro del moderantismo, Ahumada sostenía firmemente que la responsabilidad del mantenimiento del orden público debía recaer en el Ejército, mediante la creación de un cuerpo especializado destinado a tal fin, aunque manteniendo su integración en el ámbito militar. Por consiguiente, discrepaba con los principios establecidos en el decreto fundacional, que confería al cuerpo un carácter militar pero con una notable dependencia de las autoridades civiles. Su propuesta de enmienda al proyecto ministerial revelaba su compromiso absoluto con su visión militarista de la seguridad. Ahumada argumentaba que para fortalecerla era esencial establecer un cuerpo de élite dentro del Ministerio de la Guerra, reclutando a los mejores oficiales del Ejército y a los graduados más destacados del mismo. Su ascenso a teniente general y comandante general de los Alabarderos Reales el 7 de noviembre de 1846 fue un claro reconocimiento a su trayectoria y dedicación.

Dirigió la Inspección General de la Guardia Civil por diez años hasta 1854, y cuando se produjo la «Vicalvarada» o Revolución de 1854 cesó en su cargo, siendo sustituido por el político Facundo Infante Chávez, que alternaba su cargo con la Presidencia de las Cortes, lo fue  por once meses. Regresa Ahumada al mando de la Guardia Civil en octubre del 1856 hasta julio de 1858, alternado con el mando del Cuerpo Real de Alabarderos. En tiempos en que regresó Narváez a la presidente del  Gobierno (que lo fue por 7 veces).

 

Conclusiones

 

El duque de Ahumada y marqués de las Amarilla fue un aristócrata y militar isabelino de reconocida prestigio y lealtad a la Corona. Por sus cualidades organizativas fue el mejor componente posible para  la fundación de la Guardia Civil, en un siglo de pronunciamientos y revoluciones, y supo organizarlo como primer Cuerpo eficaz de seguridad pública  para las necesidades de entonces en España.  Además fue senador por la provincia de Córdoba entre 1844-46 y 1861-62. Es decir, en ese momento no había otro hombre superior ni capacitado para desarrollar la labor encomendada.

 

 

 

Notas

 

-Aguado Sánchez, F., El duque de Ahumada fundador de la Guardia Civil, Imprenta-Escuela Huérfanos de la Guardia Civil, Madrid, 1969 y 1985.

 

-Fernández Palmeral, R., “180 años de la fundación de la Guardia Civil”, revista Meer

 

-López Corral, M., Francisco Javier Girón y Ezpeleta Las Casas y Enrile”, Real Academia de la Historia.

 -Núñez Calvo.J.N., Nacimiento de Francisco J. Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, organizador y primer Inspector General de la Guardia Civil”. Academia de Ciencias y Artes Militares.

 Alicante, 14 de abril de 2024

Autor Ramón Fernández Palmeral

 





                                           Duque de Ahumada joven en 1843



                              Colegio de Guardias Jóvenes en Valdemoro
                       Escuadra de caballos blancos en un desfile de la Guardia Civil