ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

sábado, 25 de octubre de 2025

Byung-Chul Han no aportada nada nuevo a lo que ya sabemos sobre el hombre que es una pieza en un engranje social

 

          (Discurso de filósofo Byung-Chul Han en el premio Princesa de Asturias 2025)

En opinión de Ramón Palmeral, filósofo de la vida empírica y diablo

El filósofo Byung-Chul Han, premio Princesa de Asturias 2025, no aporta una visión completamente nueva sobre el destino del ser humano respecto a lo que ya había anticipado José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, se comenzó a publicar en 1927 en forma de artículos en el diario El Sol. Ambos coinciden en señalar la pérdida de la individualidad y la creciente subordinación del hombre a un sistema social que lo convierte en una pieza más de un engranaje del que resulta casi imposible escapar. Ortega describía al “hombre masa” como aquel que renuncia a su singularidad para integrarse en una colectividad sin ideas propias, fácilmente manipulable y esclavo de sus propias limitaciones. Esclavo del smarphone, de los "medos" (medios de comunicación) hacia un pensamiento único, ante una democracia limitada a una votación periódica de 4 ó 5 años, y que no puede cambiar nada entre voto y voto. Una justicia politizadas y una garantías manipulables, es decir somo como piezas del engranaje de una caja de cambio, de la que no puede salir.

Han retoma y actualiza esta preocupación, situándola en el contexto contemporáneo de la digitalización y el capitalismo neoliberal. En sus obras, analiza cómo la sociedad del rendimiento, la hiperconectividad y la exposición constante en redes sociales conducen a una nueva forma de esclavitud: el individuo se explota a sí mismo creyendo ser libre. De esta manera, su análisis resulta especialmente fértil, pues proporciona herramientas conceptuales para comprender fenómenos actuales como la deshumanización, el aislamiento social y la pérdida de la autenticidad en las relaciones humanas.

En definitiva, aunque Han no rompe radicalmente con las ideas de Ortega y Gasset, sí amplía su diagnóstico al explorar las condiciones tecnológicas y psicológicas del sujeto moderno, ofreciendo una reflexión profunda sobre cómo el hombre contemporáneo se convierte, una vez más, en víctima de sí mismo y de las estructuras que él mismo ha creado.

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Reproducimos a continuación el discurso íntegro que ha pronunciado tras recoger el premio en el Teatro Campoamor de Oviedo (tomado de La Razón):

Majestades,

Altezas Reales,

dignísimas autoridades,

distinguidos premiados,

señoras y señores.

Es para mí un gran honor, a la par que una inmensa alegría, recibir tan alta distinción en esta histórica ciudad de Oviedo.

En la Apología, el famoso diálogo de Platón, cuando Sócrates expone su propia defensa después de haber sido condenado a muerte, explica cuál es la misión del filósofo. La función del filósofo consistiría en agitar a los atenienses y despertarlos, en criticarlos, irritarlos y recriminarlos, igual que un tábano pica y excita a un noble caballo cuya propia corpulencia lo vuelve pasivo, y así lo espolea y estimula. Sócrates compara a ese caballo con Atenas.

Yo soy filósofo. Como tal, he interiorizado esta definición socrática de la filosofía. También mis textos de crítica social han causado irritación, sembrando nerviosismo e inseguridad, pero al mismo tiempo han desadormecido a muchas personas. Ya con mi ensayo La sociedad del cansancio traté de cumplir esta función del filósofo, amonestando a la sociedad y agitando su conciencia para que despierte. La tesis que yo exponía es, efectivamente, irritante: la ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión.

 Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad. Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria, donde todo se regula mediante prohibiciones y mandatos, sino en una sociedad del rendimiento, que supuestamente es libre y donde lo que cuenta, presuntamente, son las capacidades. Sin embargo, la sensación de libertad que generan esas capacidades ilimitadas es solo provisional y pronto se convierte en una opresión, que, de hecho, es más coercitiva que el imperativo del deber. Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar. Ese colapso se llama burnout. Somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota a sí mismo, creyendo que así se libera. Eso es un espejismo de libertad. La autoexplotación es mucho más eficaz que ser explotado por otros, porque suscita esa engañosa sensación de libertad.

También he señalado en varias ocasiones los riesgos de la digitalización. No es que esté en contra de los smartphones ni de la digitalización. Tampoco soy un pesimista cultural. El teléfono inteligente puede ser una herramienta utilísima. No habría problema si lo usáramos como instrumento. Lo que ocurre es que, en realidad, nos hemos convertido en instrumentos

de los smartphones. Es el teléfono inteligente el que nos utiliza a nosotros, y no al revés. No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos productos suyos. Muchas veces sucede que el ser humano acaba convertido en esclavo de su propia creación. Las redes sociales también podrían haber sido un medio para el amor y la amistad, pero lo que predomina en ellas es el odio, los bulos y la agresividad. No nos socializan, sino que nos aíslan, nos vuelven agresivos y nos roban la empatía. Tampoco estoy en contra de la Inteligencia Artificial. Puede ser muy útil si se emplea para fines buenos y humanos. Pero también con la Inteligencia Artificial existe el enorme riesgo de que el ser humano acabe convertido en esclavo de su propia creación. La Inteligencia Artificial puede ser empleada para manejar, controlar y manipular a las personas. Por eso, la tarea acuciante de la política sería controlar y regular el desarrollo tecnológico de manera soberana, en lugar de simplemente seguirle el paso. La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas.

Últimamente he reflexionado mucho sobre la creciente pérdida de respeto en nuestra sociedad. Hoy en día, en cuanto alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, lo declaramos enemigo. Ya no es posible un discurso sobre el que se base la democracia. Alexis de Tocqueville, autor de un famoso libro sobre la democracia estadounidense, ya sabía que la democracia necesita más que meros procedimientos formales, como son las elecciones y las instituciones. La democracia se fundamenta en lo que en francés se llama "moeurs", es decir, la moral y las virtudes de los ciudadanos, como son el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto. No hay lazo social más fuerte que el respeto. Sin moeurs, la democracia se vacía de contenido y se reduce a mero aparato. Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío cuando faltan estas virtudes. La política se reduce entonces a luchas por el poder. Los parlamentos se convierten en escenarios para la autopromoción de los políticos. Y el neoliberalismo ha creado ya una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta ya a la clase media. Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente hacia los brazos de autócratas y populistas.

Creemos que la sociedad en la que vivimos hoy es más libre que nunca. En cualquier ámbito de la vida, las opciones son infinitas. También en el amor, gracias a las aplicaciones de citas. Todo está disponible al instante. El mundo se asemeja a un gigantesco almacén donde todo se vuelve consumible. El infinite scroll promete información ilimitada. Las redes sociales facilitan una comunicación sin límites. Gracias a la digitalización, estamos interconectados, pero nos hemos quedado sin relaciones ni vínculos genuinos. Lo social se está erosionando. Perdemos toda empatía, toda atención hacia el prójimo. Los arrebatos de autenticidad y creatividad nos hacen creer que gozamos de una libertad individual cada vez mayor. Sin embargo, al mismo tiempo, sentimos difusamente que, en realidad, no somos libres, sino que, más bien, nos arrastramos de una adicción a otra, de una dependencia a otra. Nos invade una sensación de vacío. El legado del liberalismo ha sido el vacío. Ya no tenemos valores ni ideales con que llenarlo.

Algo no va bien en nuestra sociedad. Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual. No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro. Es cierto que he irritado a la gente. Pero, afortunadamente, no me han condenado a muerte, sino que hoy soy honrado con la concesión de este bellísimo premio. Se lo agradezco de todo corazón. Muchísimas gracias.

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Pero no tiene razón en todo lo que dice aunque nos parezca bonito 

 

Aunque el filósofo Byung-Chal Han (surcoreano educado en Alemania) Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 diga que es católico, yo pienso que su pensamiento es más budista. Ni la contemplación que predica ni el “Beatus Ille” de Horacio del siglo I antes de Cristo, no son posibles de aplica hoy día en una sociedad occidental en la 4º revolución industrial como es la informática. Queda muy bien como lectura del pensamiento como su libro “La sociedad del cansancio” de 2010, emparentado con el libro “El monje que vendió su Ferrari”. Los paraísos están en tu interior, no busques en otro parte,  lo tienes en tu cabeza y en tu forma de pensar. Un monje es feliz en su vida contemplativa y su pobreza en el convento, porque no desea las posesiones de otros, y se somete a la disciplina de la obediencia del superior y no caer en los pecados capitales (soberbia, avaricio, lujuria, ira, gula, envidia y pereza) en decir, la anulación del yo en favor de la comunidad monacal.

 Sobe se esclavo del Smartphones, bendita herramienta fundamental para el progreso del hombre, yo que nací en 1947, relaciones epistolares de noviazgo y no tuve teléfono hasta los ochenta, y móvil a los 2000, sabemos muy bien de las ventajas  de llevar en  bolsillo un ordenador “bruja de información” portátil con acceso a todas al enciclopedias del mundo, y la comunicación con el wasatppa y teléfono.

 

La filosofía oriental no experimentó un "Renacimiento" en el mismo sentido que la filosofía occidental, con la recuperación de textos grecolatinos, sí hubo períodos de desarrollo propio y un importante intercambio cultural. El budismo, por ejemplo, se adaptó y evolucionó significativamente en países como Japón y Tíbet, mientras que en los siglos XVIII y XIX, las traducciones y el interés occidental por textos orientales enriquecieron el pensamiento occidental.

 

Desarrollo de la filosofía oriental

  • Influencia mutua: El pensamiento occidental y oriental han influido mutuamente a lo largo de la historia, aunque a menudo esto no se reconoce.
  • Desarrollos específicos: Las tradiciones filosóficas orientales se desarrollaron a través de escuelas independientes con sus propios pensadores y obras, como en el caso del budismo en Tíbet y China.
  • Adaptación y evolución: El budismo, por ejemplo, se adaptó a diferentes contextos culturales, dando lugar a nuevas escuelas y enfoques que continuaron su desarrollo hasta la actualidad.
  • Intercambio cultural: Las ideas de unidad cósmica, ética universal e introspección, presentes en filosofías orientales, comenzaron a influir en el pensamiento renacentista, humanista y místico occidental, aunque el mayor intercambio se dio en los siglos posteriores. 
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La filosofía oriental y el Renacimiento

  • Renacimiento europeo: El Renacimiento europeo se caracterizó por un renovado interés en las ideas clásicas de Grecia y Roma, y el desarrollo de nuevas formas de pensar y estudiar el mundo.
  • Filosofía oriental en el Renacimiento: Aunque la filosofía oriental no fue central en el Renacimiento, sus ideas sembraron una curiosidad que floreció en siglos posteriores.
  • Enriquecimiento mutuo: En los siglos XVIII y XIX, con las traducciones de los orientalistas, las filosofías orientales enriquecieron el pensamiento occidental, contribuyendo al diálogo filosófico global.

 

El budismo enseña que la raíz del sufrimiento es el deseo, no que debas renunciar a todos los deseos, sino que el apego incontrolado y la avidez son los que causan infelicidad. El objetivo budista es transformar el deseo y cultivar la ausencia de apego a los resultados, no eliminar el deseo biológico de vivir, sino el deseo de poder, fama, o la búsqueda de felicidad en objetos externos. 

El deseo en el budismo

  • Causa del sufrimiento: Según la Segunda Noble Verdad del budismo, el deseo o «tanha» (ansia, apego) es la causa del sufrimiento y del malestar en la vida. Esto se debe a que la búsqueda insaciable de placeres externos lleva a la insatisfacción cuando no se logran, o al miedo a perderlos una vez que se tienen.
  • Tipos de deseo: Hay una distinción importante entre dos tipos de deseo:
    • Deseos esenciales: Son los deseos biológicos y naturales necesarios para la supervivencia, como el deseo de comer cuando se tiene hambre o beber cuando se tiene sed.
    • Deseos no esenciales: Son los deseos que surgen del ego, como el deseo de poder, reconocimiento, riqueza o placeres sensoriales que no son necesarios para la vida.
  • No es eliminar todo deseo: El budismo no propone eliminar todos los deseos, sino comprender la naturaleza de estos para no quedar atrapado por ellos.
    • Un error común es inferir que se debe eliminar todo deseo, pero la meta es deshacerse del sufrimiento, no del deseo en sí.
    • Se busca alcanzar un estado de «ausencia de deseo» (nirvana), que no significa anular todos los anhelos, sino liberarse de los apegos que causan sufrimiento.    
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Alternativa: Vivir con «pocos deseos» 

  • En lugar de eliminar todos los deseos, se promueve el cultivo de «pocos deseos».
  • El objetivo es ser feliz con lo que se tiene, en lugar de estar siempre deseando algo nuevo.
  • Esto implica practicar la compasión y la sabiduría, dos de los principios fundamentales del budismo.
  • Un deseo compasivo de ayudar a otros a ser más felices y libres es un principio budista central.
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  • Ramón Palmeral, filósofo y diablo de la vida 
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