El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad 2025 se celebra hoy 22 de diciembre en el Teatro Real de Madrid donde desde primera hora de la mañana los bombos y los niños de San Ildefonso vuelven a marcar el inicio oficial de las fiestas navideñas en España.
(Primer sorteo de la Loteria de Navidad. Un niño inocente coge el número)
Historia
El 30 de septiembre de 1763 Carlos III promulgó un decreto en el que declaraba su firme propósito de controlar la práctica de los juegos de azar en España: "Prohíbo que las personas estantes en estos reinos, de cualquier calidad y condición que sean, jueguen, tengan o permitan en sus casas los juegos de banca o faraón, baceta, carteta, banca fallida, sacanete, parar, treinta y cuarenta, cacho, flor, quince, treinta y una envidada, ni otros cualesquiera de naipes que sean de suerte y azar". Sólo un juego gozaba del beneplácito del monarca ilustrado, precisamente el que había decidido introducir en España en virtud de ese mismo decreto: la lotería. Si la prohibición de los otros juegos cayó en saco roto, el de la "lotería de Madrid", como empezó llamándose, emprendería enseguida una carrera de éxito que dos siglos y medio más tarde aún no se ha detenido.
La lotería encajaba a la perfección en la política de incremento de tasas e impuestos y de establecimiento de monopolios
Desde mediados del siglo XVII, en diversas ciudades italianas se habían desarrollado loterías públicas llamadas lotto –término derivado del francés lot o "lote"–. Carlos III, en el período en que fue rey de Nápoles (1734-1759), conoció la lotería que existía allí desde 1682, y fue ese modelo el que quiso establecer en España cuando volvió en 1759 para ocupar el trono tras la muerte de su hermano Fernando VI. La razón de su interés es fácil de entender: la lotería constituyó una preciada fuente de ingresos para la monarquía, y encajaba a la perfección en la política de incremento de tasas e impuestos y de establecimiento de monopolios –como el de la venta de tabaco– que Carlos III aplicó al subir al trono.

El truco del fin benéfico
La aprobación del juego de la lotería no fue una operación sencilla. Carlos III hizo venir de Nápoles al experimentado director de la lotto napolitana, José Peya, para poner en marcha la lotería española. También llegaron de Italia muchos "posteros", los dueños de los puestos en los que se vendían los billetes y que estaban sometidos a una estricta reglamentación, a fin de prevenir fraudes. Por otra parte, el éxito de la lotto en Italia había provocado críticas por parte de la Iglesia, hasta el punto de que en 1728 Benedicto XIII prohibió jugar bajo pena de excomunión, aunque tan sólo tres años más tarde el mismo pontífice auspició una lotería propia. Para anticiparse a este tipo de críticas, Carlos III anunció en el decreto fundacional que la nueva lotería tenía una finalidad puramente benéfica, pues debía servir para sufragar "hospitales, hospicios y otras obras pías y públicas". La conversión de la monarquía española en regulador máximo y punitivo del marasmo jugador se completó en 1774, cuando se prohibieron las loterías extranjeras.
El funcionamiento de esta primera lotería guarda semejanzas con el de la actual lotería primitiva; de hecho, fue conocida con este último nombre para distinguirla de la "lotería moderna" aparecida en 1812 (ambos sistemas convivirían hasta la desaparición de la primitiva en 1862).

