ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

domingo, 8 de agosto de 2021

Manuales contra España. Me siento ortulloso de ser español.

 

 

 

No me preocupa lo más mínimo la opinión que tengas actualmente los latinoamericanos, indígenas americanos, criollos o  colonos respeto a la historia de España de hace 500, 400 o 300 años. Les dimos la independecia en el S. XIX, que se apañensolos, que más quieren, que le mantengamos.

¿Qué dar a entender que si  no hubieran sido colonizados y evangelizados vivirían mejor?

 Por otra parte, la política española interna es desastrosa,  de autonomías y separatimos son el verdaderos cánceres y problemas autodestructivos. España no está unida en manos de socialcomunistas que odian la unidad de España.

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Manuales contra España

Validar una memoria ahora llamada democrática y sesgada por el interés político de quien la impone es la última lección que desde España recibe el indigenismo de Iberoamérica

Editorial ABC Actualizado:

La Corona con que el presidente de Perú agradeció la presencia del Rey en su reciente toma de posesión no es más que la última muestra del proceso de perversión de la historia con que el populismo iberoamericano trata desde hace décadas de identificar de manera burda y falaz a los responsables de los males que padecen los países en los que opera y medra. La estrategia clásica de señalar y demonizar a un enemigo exterior, culpable de cualquier mal doméstico, no ha sido suficiente para la izquierda hispanoamericana, que además de insistir en la amenaza que representa el denominado ‘imperialismo yanki’ ha recurrido a las coordenadas del tiempo para viajar al pasado e, impregnada de indigenismo, cargar contra la empresa desarrollada por Castilla en aquellas tierras. Quemar banderas estadounidenses da paso, así, a la profanación y el derribo de las estatuas de los conquistadores y de los prohombres que civilizaron y evangelizaron las Indias hace más de quinientos años. En pleno siglo XXI, el terreno está abonado para la barbarie.

Es la escuela, como sucede en las comunidades autónomas en las que el nacionalismo trata de borrar y desvirtuar cualquier huella de España y de romper los seculares vínculos que nos unen y hacen más fuertes, el estadio en el que se desarrolla una campaña de aversión cuyas primeras lecciones aparecen en los libros de texto, cuajados de espantos sobre la violencia, la explotación y el sometimiento que presuntamente marcaron la campaña americana de la Corona de Castilla. Como López Obrador en México, o como Nicolás Maduro en Venezuela, Pedro Castillo sabe que las estatuas no caen solas. Han aprendido del independentismo y de sus políticas educativas, y también aprovechado la debilidad del Gobierno para vindicar y defender, ante cualquier agresión o delirio político, una herencia que en forma de historia compartida y legado universal tiene la obligación de defender como parte esencial de la nación.

Desde la Expo de 1992, en la que España mostró todos sus complejos culturales al celebrar el ‘encuentro’ entre dos continentes, ignorando de forma premeditada y pusilánime la magna obra que llevó a cabo en América, la posición histórica de nuestro país no ha hecho sino debilitarse, por acción u omisión, en las repúblicas americanas que afloraron en el siglo XIX. Dar validez institucional a una memoria ahora llamada democrática y sesgada en función del interés político de quien la impone es la última lección que desde España reciben los movimientos indigenistas de Iberoamérica. Las verdades oficiales -aquí sobre la II República; allá sobre los pueblos precolombinos- se imparten desde la escuela en busca de un enemigo no ya exterior, sino anterior, pero perpetuado hasta el presente y cuya amenaza se prolonga hacia el futuro. La proyección exterior de la imagen de nuestro país, muy deteriorada por la diplomacia de Pedro Sánchez, no solo consiste en vender nuestro potencial económico entre los fondos de inversión, sino en adecentar un legado que está por los suelos y que nadie se molesta en recoger y reponer. España llega tarde a una campaña de intoxicación similar a las que desde hace décadas ha tolerado en el interior de su propio territorio nacional, expresión trasatlántica de un indigenismo que lleva al extremo las quimeras de los independentistas catalanes y vascos, también impregnadas de etnicismo. A la espera de que dentro y fuera de sus fronteras España empiece a tomarse en serio y abandone el pudor que le hace renunciar a su patriotismo, solo el esperpento de estos ataques a las mejores páginas de su historia puede debilitarlos.

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El descubrimiento de América

Cuadro que recrea el descubrimiento de América

El 12 de octubre de 1492 un grupo de españoles liderados por el italiano Cristóbal Colón llegó a una isla llamada Guanahaní después de cruzar el océano Atlántico. Aunque ellos pensaron que estaban en las Indias (en Asia), en realidad habían descubierto un nuevo continente: América.

Cristóbal Colón
Cristóbal Colón

Cristóbal Colón nació en Génova (Italia) en 1451. Hijo de unos pobres tejedores, desde niño quiso ser marino. Después de estudiar mucho, concluyó que la Tierra era redonda y tuvo una gran idea: viajar hasta China y la India navegando hacia el oeste, atravesando el océano Atlántico, algo que nunca había hecho nadie. Creía que esta ruta era más corta que la que se usaba entonces para llegar a Asia, bordeando toda la costa de África, y que su descubrimiento le haría ser muy rico.

Colón necesitaba dinero para pagar el viaje, así que pidió ayuda al rey de Portugal, el país que en aquella época tenía mejores navegantes. Los portugueses rechazaron el proyecto porque creían que era peligroso e iba a fracasar.

Entonces, el italiano pidió ayuda a los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los primeros reyes de España, quienes decidieron darle el dinero necesario para organizar una pequeña expedición.

El 3 de agosto de 1492 Cristóbal Colón salió del Puerto de Palos (Huelva, Andalucía) acompañado por 90 hombres y con tres barcos: La Niña, La Pinta y La Santa María. Navegaron por las costas del norte de África y llegaron hasta las Islas Canarias.

Desde allí partieron el 6 de septiembre en dirección oeste y, tras cinco semanas de viaje, llegaron a Guanahaní, una isla situada en las Bahamas a la que Colón le puso el nombre de San Salvador.

Recorrido del primer viaje de Colón a América
Primer viaje de Colón a América

El grupo de españoles se encontró en ese lugar con nativos taínos, a los que llamaron indios ya que pensaban que estaban en el este de Asia.

Desde Guanahaní recorrieron otras islas del Caribe, como Cuba y Haití, y el 15 de enero de 1493 emprendieron el viaje de regreso a España con dos barcos.

Un grupo de 40 hombres se quedó en el fuerte La Navidad en Haití, construido con los restos de la embarcación Santa María, que había chocado contra unas rocas. Este lugar fue el primer pueblo europeo en el ‘Nuevo Mundo’, destruido unos meses después por los nativos.

El 15 de marzo de 1493 Colón llegó a España con la noticia de que había descubierto nuevas tierras más allá del océano. Llevó a los Reyes Católicos oro, plantas y animales desconocidos en Europa, y varios indios.

El marino italiano realizó otros tres viajes más a América, en 1493, 1498 y 1502, acompañado por muchos más hombres y barcos. En ellos descubrió nuevas tierras como las islas del Caribe Puerto Rico, Jamaica y las Antillas, la costa de Venezuela en Sudamérica y la costa este de Centroamérica.

Colón regresó enfermo de su último viaje y falleció en 1506 en Valladolid (Castilla y León) pensando que había llegado a Asia y sin saber que había descubierto un nuevo continente.

Fue Américo Vespucio, un navegante de Florencia (Italia), el primero que dijo que esas