Yo, que nunca creí que me pudiera afectar, tengo que reconocer que la conocida frase “El que escribe se proscribe”, me está afectando hasta el punto de que a veces me dan ganas de tirar la toalla y dejar que lo hagan otros. Claro está que me refiero a mis escritos en torno a la actividad artística de nuestra Asociación y a los comentarios que ellos suscitan. Aunque mis escritos de presentación de exposiciones, conferencias, Talleres como “Mirar un Cuadro”, catálogos, etc. parecen mas hagiografías edulcoradas al estilo de los reportajes del ¡HOLA!, que criticas (siempre constructivas, por supuesto) u opiniones de alguien que tiene todo el derecho del mundo a opinar y muy especialmente cuando son los interesados quienes se lo piden o aceptan la petición, por lo visto hay a quien solo se le puede “dar jabón”.
Si en la argumentación necesaria para llegar a alguna conclusión, que avale sus “infinitas cualidades”, se me ocurre echar mano del algún recurso literario o humorístico, tengo que andar con “pies de plomo” no sea que el adjetivo empleado pueda sentarle mal a excelso artista al que va dirigido. Si digo que no es un gran dibujante, pero si un magnifico pintor, y que el Arte está lleno de excelentes dibujante que no son nada en la pintura y que no es necesario serlo para ser un buen pintor “como tú”, le sienta mal porque él, además de magnifico pintor, también se considera un excelente dibujante y tenía que haberlo dicho
Si hablando de alguien agoto los adjetivos laudatorios, y luego veo que esta “de morros” conmigo, seguramente es porque entre todos los piropos que le hice a su obra y persona, se me olvido decir que además de todo eso, que se merece “per se”, no dije que también era guapo o guapa. Si quiero saber si leen lo que escribo en el blog o en el Boletín, solo tengo que poner algún adjetivo u opinión que a ellos no les agrade (nunca insultos de ningún tipo, claro está), inmediatamente recibo sus llamadas de protesta. Si solamente les halago, jamás me dirán que me han leído, ni mucho menos me darán las gracias.
Ellos se lo merecen todo. Son los importantes. Yo soy un iletrado sin título alguno y por tanto no puedo escribir, ni opinar sobre Arte porque no estoy titulado. El titulo, el titulo, ¿donde tienes el titulo? ¿No lo tienes…? Pues no puedes opinar. Si es para alabarme a mi o a mi pintura, entonces sí. Y pintar, tampoco. ¿Eres titulado? ¿Quiénes son o han sido tus profesores? Ni eres titulado ni has ido a ninguna Academia. No puedes pintar. No importa que sepas escribir o pintar. Si no tienes títulos no eres nada. Solo los titulados o los alumnos de Talleres o Academias, puede ser artistas. Los demás son diletantes. En fin, con todos estos despropósitos, uno se va cansando de realizar una tarea, que le proporciona satisfacciones morales, pero que le cuesta trabajo, disgustos y dinero. ¿Merece la pena seguir “dándole jabón” a quien te devuelve brea? “E ahí la cuestión”, que diría Hamlet.
Carlos Bermejo