Tras el fracaso inicial de la ofensiva, Rusia apuesta por los crímenes de guerra para hacerse con el control de Ucrania
Sexto día de guerra en Ucrania. Después de haber resistido a las dos primeras oleadas del ataque ruso, los ucranianos se preparan hoy para una tercera oleada cuyas consecuencias se adivinan devastadoras para la población civil. Ayer se sucedieron violentos enfrentamientos en Bucha, a escasos kilómetros al norte de la capital, y pese al aguante de las tropas ucranias, las autoridades locales anunciaron ayer por la noche que la localidad ha quedado prácticamente devastada por la violencia de los combates. La cobertura móvil ha desaparecido después de que el mástil de telefonía quedase gravemente dañado y la mayoría de los hogares se han quedado sin electricidad, gas y agua. El centro de Kiev, por otro lado, permanece intacto a los ataques enemigos gracias a la implacable tarea que está realizando la policía de la ciudad a la hora de identificar y apresar a posibles saboteadores rusos.
Durante el día se registraron bombardeos en ambas orillas del río Dniéper que apuntaban a los suburbios, aunque dos ataques con cohetes pudieron ser neutralizados por las defensas aéreas de la capital, según informa a este periódico un testigo directo del distrito de Troieshchyna. La noche del 28 de febrero al 1 de marzo fue la más tranquila desde que comenzó la invasión pero es esta calma que precede a la tormenta la que los kievitas temen y esperan agazapados tras los sacos de arena, las barricadas, su bandera, los muros de cristal de su hogar. Los satélites estadounidenses han captado a la altura de Ivankiv una columna rusa de 60 kilómetros de largo dirigiéndose hacia la capital, que ya llevaba gestándose los dos últimos días con fuerzas venidas de Bielorrusia. Se espera que esta columna conforme la tercera oleada.