ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

lunes, 4 de noviembre de 2019

El Rey Felipe VI en Palacio de Congresos de Barcelona, los premios Princesa de Girona


El Rey Felipe VI afirma que en Cataluña «no pueden tener cabida ni la violencia ni la intolerancia»

Mientras Don Felipe hablaba de libertad, los radicales trataban de reventar el acto

El Rey ha advertido que en Cataluña «no pueden tener cabida ni la violencia ni la intolerancia ni el desprecio a los derechos y libertades de los demás». Don Felipe ha pronunciado estas palabras en el Palacio de Congresos de Barcelona, donde este lunes se ha celebrado la entrega de los premios Princesa de Girona bajo excepcionales medidas de seguridad. Mientras el Rey hablaba de democracia, libertad y superación y reivindicaba «la mejor historia de Cataluña», aquella que se mostraba «integradora, constructiva y solidaria»; fuera del edificio -tras el cordón policial- los radicales trataban de impedir violentamente este acto, el primero al que asistía la Heredera de la Corona en Cataluña, donde pronunció su primer discurso en un impecable catalán.
«Hay ocasiones -afirmó el Rey, también en catalán- en las que las presencias adquieren un significado más trascendente que las palabras; en las que, a través de actitudes, se expresan también profundas convicciones y sentimientos. Y hoy es una de esas ocasiones importantes», añadió antes de aludir a quienes le acompañaban en ese momento difícil, entre otros, los representantes de las principales instituciones de «nuestro Estado», al que calificó de «democrático y constitucional».

Entre quienes le acompañaban estaban el presidente del Senado, Manuel Cruz; la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera. Del Ayuntamiento de Barcelona lo hizo el teniente de alcalde, Jaume Collboni (PSC) y no la alcaldesa Ada Colau [esta indeseable no estuvo].
También estuvieron otros representantes institucionales, como el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, o el de la Cámara de Comercio, José Luis Bonet, y muchos de la sociedad civil. Ante un auditorio entusiasmado con la presencia de la Familia Real -a la que recibieron con «vivas» y una ovación de casi dos minutos de duración, que después de repitió, cuando la Familia Real subió al escenario para entregar los premios-, el Rey habló de «un pueblo que decidió hace más de 40 años reencontrarse para convivir juntos en libertad bajo principios democráticos; reconocerse en el valor de su diversidad y afrontar con lealtad y confianza la superación del pasado y la construcción de una sociedad moderna y avanzada, integrada en Europa y abierta al mundo».Desde el interior del edificio blindado, el Rey habló del «gran proyecto democrático que nos unió a todos», del deseo «de no volver a detener la historia», y recordó que «la contribución de Cataluña fue inspiradora para el resto de España».
Pero se refería el Rey a aquella «Cataluña orgullosa de sus señas de identidad, plural e integradora, constructiva y solidaria con el progreso general; en la que el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso, el respeto y el espíritu cívico enriquecieron las raíces de la sociedad democrática que hoy disfrutamos».Esos valores que representan «la mejor historia de Cataluña no deben ni pueden ser un recuerdo del pasado, sino una realidad efectiva de nuestro presente y de nuestro futuro», afirmó el Rey. Esos valores, sostuvo, «son los que tejieron complicidades y generaron ilusiones, los que unieron a muchos catalanes y a otras muchas personas de toda nuestra geografia. Son los principios y valores que hoy reconocemos y celebramos en este acto en Cataluña; los que dan sentido en nuestros días a la Fundación».Un lazo amarillo A pesar del asedio separatista, tanto los premiados como la mayoría de los 1.200 invitados consiguieron acceder sin problemas al Palacio de Congresos de Cataluña. Los cinco premiados recibieron sus garlardones y la sorpresa fue descubrir que uno de ellos, Xavier Ros-Otón, se había puesto un lazo amarillo en la solapa, traicionando en el último momento los valores que había defendido el Rey.