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ARTICULOS DE OPINION
Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.
viernes, 15 de mayo de 2009
MIRAR UN CUADRO: TERESA RUIZ MUÑOZ
MIRAR UN CUADRO: TERESA RUIZ MUÑOZ
OBRA: ALEGORIA A RICARDO LAFUENTE
Hija de Maestro Rural, María Teresa Ruiz, “Tere” para los amigos, vino a nacer en el alicantino valle de Táberna, al pie de la “Peña de Oro”, donde se encuentra el pueblo de Bolulla en el que su padre comenzó a ejercer la docencia entre los poco más de seiscientos habitantes que por entonces tenía. Un año después, y por traslado del docente, la familia arriba a Guadalajara, donde permanecen poco más de dos años, pues un nuevo traslado los lleva a La Mata, pueblo de la costa alicantina situado en las cercanías de Torrevieja, en el que su padre ejerce durante otros siete años y donde Tere vivió los mejores años de su niñez y algo de su adolescencia, y se puso morena (moreno que hasta el día de hoy le dura) correteando por las entonces solitarias dunas, hasta que definitivamente recalaron en Torrevieja, por un nuevo traslada del docente. Durante otros ocho años, su papá como a Tere le gusta decir, ejerce la noble y mal pagada profesión , pero una leucemia se lo lleva prematuramente al incierto lugar del mas allá, dejando aquí a sus cuatro retoños, huérfanos y con los recursos económicos propios de quien por entonces decía una popular frase: “Pasa más hambre que un Maestro Escuela”.
La familia entonces, tiene que reconvertir su forma de vida y para ello Tere se viene a Alicante, con dieciocho encantadoras primaveras y comienza a trabajar en una pequeña tienda de electrodomésticos y antenas, que su primo hermano José María tenia, compaginándola con su trabajo como mecánico de Telefónica. En la tienda Tere hace de secretaria y se inicia en la electrónica montando televisores artesanales. Y mientras ella monta televisores, estando tan cerca el uno del otro y por aquello de “cuanto más primo mas te la arrimo”, vulgar frase del acervo popular llena de verdad y sabiduría de la vida, lo que pretende su primo es montar otra cosa. Pero para esa cosa, y en aquellos tiempos, había que pasar por la Vicaria. Lo hacen y a la vuelta de unos años y como fruto de los montajes, tienen dos muñozitos de ambos sexos, que hoy son ya dos emancipados vital y económicamente.
Cumplida su labor reproductiva y con los niños ya creciditos, las inquietudes artísticas de Tere que hasta entonces se habían limitado a la música de las habaneras, que para ella fueron y son pasión, se decantan sin razón aparente, -pues nunca antes lo había considerado-, por iniciarse en la Pintura. Para ello se inscribe como alumna en el taller de Maite Orozco, que la inicia en los rudimentos de ese Arte. Durante unos siete años y dos tardes por semana, Tere le va cogiendo “el tranquillo” al dibujo y a la mezcla de colores, realizando una serie de obras de rico colorido e ingenua realización, que le sirven de base para su pase a la siguiente fase de su aprendizaje, que emprende cuando se decide a entrar a formar parte de la famosa tribu de los “clemontianos”. Tribu de la selva ciudadana, en la que predomina el matriarcado, y se caracteriza por que sus “miembras”, utilizan un similar tatuaje de vivos y abundantes colores, cuyo aglutinante es un blanco lechoso con el que embadurnan todo lo que tocan.
Bromas aparte y para aclarar diré, que lo que con muy buen criterio hizo Tere, fue entrar al Taller de Luis Clemot, para dar comienzo a una nueva etapa de su aprendizaje en el que prosigue hasta el día de hoy. Luis, que por algo será, cuenta con la mayor pléyade de alumnos de la enseñanza no Oficial, existente en nuestra ciudad y provincia, tiene la habilidad de encauzar a sus pupilos y pupilas (las mas) por el camino de la expresividad colorista y de la mancha cuasi abstracta, tras la que se esconden las carencias de los que por haber empezado tarde, no dominamos el dibujo. Y él, que practica un realismo puro y sin connotaciones a otros ismos, aunque a veces y por su dominio de la técnica haya ensayado otras cosas con aciertos indudables, les inocula a sus alumnos el virus de la experimentación y les deja en libertad vigilada para que puedan equivocarse a gusto y aprender perdiendo que es como mejor se aprende. Y eso es lo que viene haciendo Tere en los doce o trece años que asiste al famoso taller. Sin lugar a dudas la influencia del maestro se manifiesta en ella y en su compañeras de taller, pero no tanto en la forma de expresión y en los temas, distintos a los que el maestro aborda para la realización de sus cuadro, y si mas en que se ve demasiada uniformidad técnica y temática entre todas ellas.
Y como pasan los años y con ellos experiencia y técnica se acrecientan, a Tere, como a todos nos ha pasado, le apetece el dar a conocer su obra al público y comienza a hacerlo en exposiciones colectivas en distintos lugares de Alicante y Provincia, habiendo participado en más de cincuenta de ellas y en alguna fuera de nuestra Provincia. También ha realizado dos o tres individuales, una de ellas, la más importante en el Centro Municipal de las Artes, en el año 2006.
En estos veinte años en los que Tere viene pintando, ha tocado el paisaje, el bodegón de cacharros, los motivos florales y casi nada la figura. Ahora está realizando algunas marinas con escenas de barcos navegando (una de ellas la veremos ahora) o anclados y algunas escenas costeras de rocas y olas estrellándose sobre ellas.
Sin embargo, el cuadro principal que hoy nos trae a este Taller, es una alegoría simbólica titulado ”ALEGORIA A RICARDO LAFUENTE”, que no voy a describir ni a comentar, porque ese sumario es secreto hasta que se levante el velo que lo cubre, como es tradicional aquí.
No he visto ningún dibujo de Tere y seguramente los tendrá, pero ya sabéis mi opinión sobre la necesidad o no de ser un buen dibujante para ser un buen pintor: no es imprescindible, pero si conveniente. Sin embargo con el dibujo pasa como con los idiomas, que son difíciles de dominar si no los has practicado desde la niñez. Por eso paso de capitulo, porque Tere tiene recursos para pintar y lo hace sin necesidad de un dibujo, que por otra parte en la técnica de sus últimas obras, desaparece bajo la mancha cuasi abstracta de color de la que antes hable.
Y en cuanto al color tengo que decir que lo utiliza en una gama alta, en la que predominan ocres y amarillos de todas las temperaturas, especialmente las cálidas. Los rojos encendidos y los azules puros, con los verdes hábilmente quebrados, los dosifica adecuadamente para que el conjunto quede armónico. Pero a veces y en algún bodegón, Tere se desmelena y nos dispara a la retina unos rojos sangre matizados, que son todo un signo de valiente rebeldía contra la elegante moderación de su maestro. En cuanto a los blancos, ya dije que pertenecen al tatuaje de la tribu y no hay que desentonar.
Aunque Tere ha ensayado con otras técnicas, ella se decanto por el óleo y la mayoría de sus cuadros están pintados con esa técnica, que a la postre, además de ser la sinfonía cuando se hace la conocida comparación de la pintura con la música, es la más sencilla de ejecución y de rectificación en caso de fallo. En su nueva etapa, Tere utiliza poco el pincel y mas la espátula que es de uso generalizado entre las “miembras” de su tribu. Con ella logra, además de esconder el dibujo casi inexistente, ricas veladuras y superposiciones de color de gran efecto plástico
En la pintura de Tere no veo muchas influencias de los grandes maestros de todos los tiempos. En sus obras más tempranas el sorollismo Mediterráneo y el impresionismo, se vislumbra agazapado entre el paisaje. En los bodegones y en los temas florales, la exuberancia en las formas y la riqueza de color, nos hablan de la influencia de Renoir. Sin embargo en su obra más actual, en la que practica la abstracción figurativa, el expresionismo y algo de abstracción pura, no veo más influencia que la endogámica de su tribu.
Con todo ese bagaje acumulado en los primeros veinte años de su aprendizaje, Tere esta ya bastante formada como pintora y tiene la soltura adecuada para sacar los pies del tiesto y volar por sí sola. De hecho ya lo hace en algunas ocasiones y es entonces cuando surgen esos destellos de originalidad, que es lo que más me gusta en su obra. Ocurre con la utilización de los ocres puros y quebrados para armonizar todo el cuadro. En eso Tere, ya tiene luz propia. Es decir, se vislumbra el estilo que la ha de llevar a que su obra pueda ser identificada sin necesidad de firma. Y eso lo va a lograr muy pronto, porque tiene ganas y carácter para ser única y porque al fin y al cabo ya lo dijo Buffon: “El estilo es el hombre”. A lo que yo añado: el estilo en pintura nace de las influencias de los demás, decantadas por el filtro y la técnica propia de la personalidad de cada uno, sin distinción de sexos.
La personalidad de Tere nace de un vitalismo exuberante que lo irradia todo. Solo la música de Vivaldi le sosiega el espíritu, cuando pinta en la soledad de su estudio. Personas y cosas, quedan benéficamente contaminados por su alegría de vivir, que parece nacer del primaveral allegro inicial del famoso concierto número uno en mi mayor del “il preto rosso” veneciano. Y eso se refleja en su pintura y en su trato con los demás. Amable y sensible; abierta a la confidencia y a la compresión humana, en especial con sus compañeras de la tribu “clemontiana”, con las que forma un grupo que va mas alla de tener un mismo maestro, y si el de ser un grupo de buenas amigas, que aglutinadas por la pintura al entorno del taller, se resisten a dejarlo para volar solas (pese a poderlo hacer) por la simple y única razón de estar juntas en alegre camaradería como las Musas en el entorno del Monte Olimpo.
Muchas gracias.
Carlos Bermejo
Alicante, 14 de Mayo de 2009