Actualizado:El pasado 7 de marzo, cuando el coronavirus apenas había golpeado a Sudamérica con los primeros casos, zarpaba de Buenos Aires el crucero Zaandam, de la compañía Holland America, con 1.243 pasajeros, muchos de ellos de edad avanzada, y 586 tripulantes a bordo. Debería haber sido una plácida travesía por el cono sur que incluía cruzar el estrecho de Magallanes hasta el Pacífico, para concluir en el puerto chileno de San Antonio el día 21. Pero se convirtió en una pesadilla de final todavía incierto. «¡Ayudadnos!», reclaman los pasajeros atrapados en mitad de la crisis del coronavirus.
En los días siguientes a la partida del barco en Argentina, la pandemia fue avanzando y la naviera, perteneciente al grupo estadounidense Carnival, decidió paralizar sus rutas y que los pasajeros regresaran a sus países por avión. Pero cuando el crucero llegó a Punta Arenas, en el sur de Chile, se les impidió desembarcar. Al día siguiente, el presidente Sebastián Piñera ordenaba cerrar todos los puertos de ese país.

Tampoco Perú le dejó desembarcar, ni ninguno de los países por los que ha ido pasando después. Siguieron hacia Panamá, con intención de cruzar el Canal hacia el Caribe y llegar hasta Florida, en EE.UU. Mientras aguardaba el permiso para atravesar el istmo, Holland America informó el pasado viernes de la muerte de cuatro personas a bordo, mientras que otras dos habían dado positivo por coronavirus y cerca de 150 tripulantes y pasajeros presentaban síntomas griposos.
Evacuación masiva y traslado a otro crucero
Al día siguiente, cientos de pasajeros aparentemente sanos fueron evacuados y transferidos a otro crucero de la misma compañía, el Rotterdam, que acudió a auxiliar al Zaandam desde Puerto Vallarta (México).Tras la resistencia inicial, las autoridades permitieron a ambos barcos cruzar el Canal de Panamá y adentrarse en aguas del Caribe. Sin ningún otro país donde poder atracar, se dirigieron al Puerto Everglades en Fort Lauderdale, en la costa del sureste de Florida, el estado donde tiene su sede el grupo Carnival.
Sin embargo, tampoco allí son bienvenidos de momento. «Nosotros vemos esto como un gran, gran problema, y no queremos que se descargue gente en el sur de Florida ahora», afirmó con contundencia el gobernador del estado del sol, Ron DeSantis.

A los casos del Zaandam y el Rotterdam se ha sumado un tercero, el del crucero Coral Princess, que también se dirige hacia el mismo puerto de Florida desde Sudamérica. Este barco, también perteneciente al grupo Carnival, ha alertado de que abordo hay un número «por encima de lo normal» de personas con síntomas parecidos a la gripe.
Sin embargo, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha urgido a las autoridades de Florida a acoger al Zaandam y que llamaría a DeSantis para que permitiera a las personas a bordo desembarcar.
Una de las pasajeras del Zaandam que fue transferida al Rotterdam, Laura Gabaroni, «implora» a través de Facebook a las autoridades locales, estatales y federales para que los barcos puedan atracar y las personas a bordo regresen a sus casas. En opinión de esta estadounidense de origen argentino, la actitud del gobernador de Florida es «inamericana» y «EE.UU. debería asumir la responsabilidad con sus ciudadanos en apuros. «La historia nos juzgará como país por las decisiones que tomemos en este tiempo terrible».