ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

jueves, 18 de abril de 2019

¿Es precipitado votar tras oír la dialéctica de un político en campaña?





Por Ramón Palmeral

Se abren todas las  campañas electorales con la tradicional y nocturna pegada de carteles con cámaras y doce «fotogenios» detrás, como recordando que en el franquismo era ilegal pegar carteles de propaganda política, y si  te cazaban lo grises te podías pasar unos días entre rejas hasta que unas subrepticia llamada telefónicas al Gobernador Civil, le ordenaba tu puesta en libertad, pero eso sí con antecedentes penales desfavorables.

Iniciada la campaña «eléctrica 28 amperios» vienen los mítines provinciales, o mejor dicho, la continuación del eterno mítines políticos, como un grito de grullas en los cañizales de la Albufereta ¿Qué es el lenguaje político?, pues es sencillamente una forma característica de aquella famosa frase de «puedo prometer y prometo» de Adolfo Suárez, que estaba tan convencido de su lealtad a su palabra dada que en cuento no pudo cumplir sus promesas dimitió tan elegantemente como una cigüeña en la espadaña de un campanario de Ávila. Dimitió por televisión en blanco y negro sin hacer ruido, aunque ya se había llevado el susto de los tricornios de García Lorca el 23 F (febrerito el loco del 81).

El lenguaje políticos es específico dotado de mucho performance y dóberman; es decir, mucho ruido, vistosidad, colorido, sonido y cámaras en cuyos discursos no dicen nada, ni verdadero ni falso, porque es un lenguaje neutro, para no pillarse los dedos con la cancela de hierro del chalet de todos los españoles: «un viñedo en heroico abismo al borde acantilado del Sil».

Por ello, pienso que uno, nosotros, los descalzos votantes no deberíamos votar después de oírles, porque nos inflaman e inflan la cabeza de proyectos (sin obligación de cumplirlos) de promesas políticas en elecciones. Hemos de entender que el lenguaje político es una herramienta dialéctica, que no es más que el resultado de un proceso senatorial que se remonta a los griegos, es decir, una profesión de la retórica más depurada. Nos llevan a una confusión de términos que, si derecha, extrema derecha, centro, centrismo, izquierda o extrema izquierda, que no aclara nada, solo son posiciones, puntos y cardinales. El hostigamiento virulento de ese «enjambre político» de siglas, fotos retocadas y colores vivos, que nos venden como un «bálsamo de Fierabrás, fanfarrón y brabucón», nos embauca sin remedio en Televisión, en la Radio, Prensa, con carteles en las plazas que, los que no se lleva el viento, los arranca el nocturno peatón del botellón.

Todo en esta vida depende  del color del cristal con que se mira. Todos somos víctimas de un acoso polemista creado. Pero si son de izquierdas contra derechas de Vox, sería un teniente general corneta, con todo mis respeto, pues corneta se llaman en el Ejercito a los que son cortos de talla, aunque los tenga bien plantados como le pasaba al corso Napoleón Bonaparte (bueno de padre, he hijo de madre del partido). Si es al contrario, sería el de la Coleta, más un extra de sanchismo pasado por Moncloa. Casado, el discípulo de Suárez,  está dispuesto a recuperar la unidad patria, al prometer, aplicarles a los catalanes, otra vez los cables eléctricos del 155, pero con efectividad, tirando de  BOE.  Por otra parte, tenemos al de la sirga en la Rivera del Volga con un centro Ciudadano que ya pactó con el PSOE, y nadie garantiza que en uno de esos vaivenes de resultados electorales volcánicos,  se decanten por unas siglas u otras, que son como la liga pegajosa  de cazar pájaros.

En definitiva, hemos de ser cautelosos al votar, que ha de ser en conciencia, porque luego los administradores nos van a durar cuatro años. No dejarnos llevar por el calentamiento de un mitin, que son únicamente, eso, palabras de una jerga profesional especializada en la oratoria grecorromana. Otro asunto diferente son las ideas, el fracaso del comunismo de pan para todos, del capitalismo liberal opresor con la clase trabajadora, o del anarquismo libertario que nos retrotraerá a la edad de las hachas de piedra y a las puntas de flechas de sílex.

Advertir, no es amenazar aunque empiecen los dos sustantivos en alfa. La decisión final reside en la sensatez, no en las palabras ni en los palabros que nos llegan al oído como una música sin director de orquesta cambiante. El votante, a la hora de introducir su voto como en un buzón del Destino está solo ante el peligro, pero a la vez, también es responsable de una política de fraccionamiento de la unidad de España, de más paro, desigualdades o menos Europa, que es lo mismo que darle la espalda a un futuro común, pero al fin sin británicos y su «brexit suicida».

Ramón Palmeral
Alicante, Jueves Santo, 18 de abril de 2019



Publicado en Diario de Alicante 

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